El Cercle d’Economia, juntamente con el CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), os ofrece cada mes un breve análisis de la situación geopolítica global
Pol Morillas, director del CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) y miembro de la Junta Directiva del Cercle d’Economia
Europa mira al sur y al este
El protagonismo del sur de Europa. La crisis energética derivada de la guerra en Ucrania ha puesto el sur de Europa en el centro de las dinámicas de poder en la UE. Tras años de estigmatización por parte de los países “frugales”, el sur trata ahora de ganar la batalla narrativa ante los errores cometidos por el norte y su dependencia del gas ruso. El frente del sur europeo trató de dibujar una estrategia común en materia energética en la IX Cumbre Euromediterránea EU-MED9, en Alicante. Los 9 países mediterráneos de la UE (Chipre, Croacia, Eslovenia, Francia, Grecia, Italia, Malta, Portugal y España), bajo la mirada de la Presidenta de la Comisión Europea, suscribieron el acuerdo para la puesta en marcha del H2Med, la interconexión para el transporte de hidrógeno entre Barcelona y Marsella, y que conectará posteriormente con el centro y norte de la UE. El H2Med sustituye al BarMar, con el objetivo de poderse beneficiar de los fondos europeos para la transición energética (hasta un 50% de la financiación de su construcción) y permite hacer un frente común entre Francia, España y Portugal.
Junto con Italia, estos países comparten la necesidad de que el sur de Europa se convierta en un puntal de la autonomía estratégica energética, frente a los países del norte y su tradicional dependencia del gas ruso. Sin embargo, las diferencias entre los países del sur de Europa emanan de sus intensas relaciones bilaterales con los países del sur del Mediterráneo (nuevos abastecedores prioritarios para países como Italia), del distinto grado de integración en las redes energéticas europeas (la particularidad de la isla energética de la península ibérica) y de la protección de su propio modelo energético (la Francia nuclear). Con la apuesta por el hidrógeno y el beneplácito de la Comisión Europea, el sur se quiere presentar como el socio aventajado de la UE para el modelo energético del futuro y la transición energética. Esto permite a Francia reforzarse frente a Alemania, que recientemente ha vuelto a evocar una necesaria cercanía con Rusia y firmado importantes contratos de abastecimiento de gas con Qatar. También permite a Francia acercarse a España y Portugal, en un momento en el que las relaciones con la Italia de Meloni vuelven a empeorar debido a la cuestión migratoria. España e Italia, socios en los fondos Next Generation EU pero tradicionales competidores por la influencia en Europa, buscan reforzar unas relaciones pragmáticas, pese a las desavenencias entre los gobiernos de Sánchez y Meloni. España y Portugal siguen interesados en mantener la imagen de unidad socialdemócrata que les permitió conseguir la “excepción ibérica”. En definitiva, una lógica de alianzas flexibles y variables que converge en el aumento de influencia de esta agrupación subregional europea, frente a las derivadas geopolíticas, energéticas y geoeconómicas de la guerra de Ucrania.
Bloqueo de fondos europeos a Hungría. Hungría sigue siendo el socio díscolo de la posición europea frente a la guerra en Ucrania. La amenaza de Budapest de bloquear los 18.000 millones de euros de asistencia a Ucrania ha sido sorteada con una fórmula puente que permitirá a la UE seguir adelante con su promesa, con o sin el apoyo de Hungría. La posición de Orbán en Bruselas y su cercanía con Putin no han sido obstáculo hasta ahora para aprobar ocho paquetes de medidas restrictivas a Rusia. Pero un noveno paquete, en discusión, así como el fondo de asistencia y el envío de armamento a Ucrania, se plantean por Orbán como caballos de batalla contra Bruselas. El pasado domingo concluyó la pseudo-consulta a los ciudadanos húngaros, convocada para refrendar la posición del gobierno en contra de las sanciones a Putin.
En el trasfondo de las malas relaciones entre Budapest y Bruselas está la amenaza de bloquear los fondos comunitarios por la degradación del estado de derecho y la democracia en Hungría. Los 27 tienen congelados 7.500 millones de euros de fondos de cohesión y la aprobación del plan de recuperación postpandemia húngaro, dotado de 5.800 millones de euros, bajo el mecanismo de condicionalidad democrática. Este mecanismo, puesto en marcha en 2021, permite a la Comisión Europea, con el acuerdo de los estados miembros, congelar fondos a países cuya degradación del estado de derecho pueda poner suponer un riesgo para las finanzas europeas. Es un mecanismo que no actúa sobre retrocesos en materia de protección de minorías, derechos LGTBIQ+, libertad de prensa u otros principios democráticos y del estado de derecho, sino que permite congelar fondos en caso de riesgo financiero para el presupuesto de la Unión (por ejemplo, como consecuencia de la corrupción, del trato de favor en el desembolso de fondos, su uso indebido, la vulneración de la libre competencia, etc.).
La Comisión no ha considerado que las propuestas del gobierno de Orbán en la lucha contra la corrupción sean suficientes para garantizar el uso adecuado de los fondos europeos, por lo que la decisión sobre su congelación recae en los Estados Miembros. Los 27 tienen hasta el 19 de diciembre para decidir si respaldan la congelación de fondos de cohesión a Hungría y hasta final de año para decidir sobre los fondos del plan de recuperación postpandemia. Budapest, con serios problemas financieros y una inflación disparada (la energía ha subido un 65,9% y los alimentos un 43,8%), necesita estos fondos para frenar el deterioro de su economía, altamente dependiente de la ayuda de Bruselas. Los apoyos políticos a Orbán (pese a la narrativa ideológica que comparte ahora con Meloni y el intento de Francia y Alemania de encontrar una solución para la entrega de fondos) son débiles: el grupo de Visegrado y su tradicional frente común contra Bruselas se han disuelto tras la guerra en Ucrania.
Los Balcanes: entre las promesas incumplidas y el acecho de Rusia y China. La ampliación de la UE a nuevos países hace tiempo que está encallada. De fondo, los debates promovidos desde Francia sobre la necesidad de reformar los mecanismos de toma de decisiones en la UE, antes de incorporar a nuevos miembros. Por el otro, la insistencia de los países candidatos en evaluar su progreso y reformas, independientemente de las consideraciones internas de la UE, el futuro de foros como la Cooperación Política Europea, o de candidaturas más recientes de países como Ucrania. En segundo plano quedan la importancia geoestratégica de los Balcanes o las promesas de anclaje de esta región a Europa.
Los líderes de los Estados miembros de la UE y Albania, Bosnia, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia se reunieron el pasado 6 de diciembre en Tirana (Albania) en la primera cumbre UE-Balcanes que se celebró en la región, con la voluntad de simbolizar el acercamiento de la UE a estos seis estados. Los resultados de la Cumbre fueron una promesa de aceleración del proceso de ampliación a cambio de taponar la ruta migratoria de los Balcanes, la más activa ahora hacia la UE. La cumbre llegó precedida por tensiones entre los países balcánicos, principalmente entre Serbia y Kosovo, por la norma kosovar que reclama a los vehículos serbokosovares llevar matriculas de Kosovo, conflicto mediado por el alto representante para política exterior de la UE, Josep Borrell, y con vistas a normalizar las relaciones entre ambos países.
En los últimos años ha aumentado en todos los países de la región la frustración, tanto política como ciudadana, respecto a las relaciones con Bruselas. Los partidarios de la ampliación temen la política crecientemente asertiva de Rusia hacia la región y el crecimiento de las relaciones económicas con China en el patio trasero de Europa. Países como Serbia se alinean con Moscú y optan por quedarse al margen de las sanciones internacionales tras la agresión a Ucrania.
El alcance de las protestas en China. Xi Jinping ha dado marcha atrás en su política de Covid-Cero. La asociación de esta estrategia con la figura de Xi amenazaba con desequilibrar el control del régimen sobre la sociedad china, en un momento en el que las protestas iban en aumento. Respecto a episodios de protesta anteriores, el descontento con las estrictas políticas contra la COVID-19 impulsadas por el gobierno provocaron protestas simultáneas, no organizadas y espontáneas (con un amplio seguimiento en redes sociales) en ciudades a miles de kilómetros de distancia. A diferencia de Tiananmén, las protestas amenazaban con convertirse en un fenómeno de abasto nacional y una amenaza al poder reforzado de Xi tras el XX Congreso del Partido Comunista. El descontento se podía transformar en disidencia.
La duda está en la capacidad del sistema sanitario chino de soportar un aumento exponencial de las hospitalizaciones y de avanzar en la vacunación de los más vulnerables, tras años de una estrategia basada en la contención de la expansión del virus. A nivel político, la muerte de hasta 20.000 personas diarias, como calculan algunos modelos, puede revertir en un mayor descontentamiento con el sistema político chino. La actitud de los jóvenes, cuyas tasas de desempleo están alrededor del 20% y que no viven en primera persona el éxito de desarrollo de la generación anterior, puede ser determinante para el alcance de este cuestionamiento. A nivel internacional e impacto en las cadenas globales, los confinamientos en China han influido directamente en los tiempos de espera de los compradores a nivel mundial. Apple, por ejemplo, tiene ahora como objetivo enviar desde India el 40%-45% de los iPhones, y es la primera vez que los móviles más nuevos de la marca se producen fuera de China.
El mundial geopolítico. Qatar parece estar consiguiendo el objetivo de blanquear su imagen internacional con la celebración del mundial de futbol. A nivel político, no ha habido demasiadas declaraciones de jefes de Estado o de Gobierno condenando a Qatar por las vulneraciones de derechos humanos y de los trabajadores. Incluso han saltado a la luz acusaciones de soborno por parte del régimen catarí a diputados y asistentes del Parlamento Europeo para influir en favor del país. La dependencia energética europea tiene algo que ver con el actual bajo grado de escrutinio a Qatar, pero también la voluntad del régimen de aumentar su poder blando. Con el deporte, Qatar proyecta una imagen de modernidad que no se corresponde a nivel doméstico, a la vez que diversifica su economía, capta inversiones extranjeras y se adentra en el accionariado de grandes compañías europeas. Qatar tiene fijado el año 2030 como fecha para consolidar su posición de hub comercial y turístico, con el objetivo de reducir su dependencia económica de las exportaciones de petróleo y gas.
A nivel geopolítico, Qatar es un país pequeño atrapado entre la espada iraní y la pared saudita, dos poderes regionales. A ojos de sus líderes, Qatar podría sufrir la misma suerte que Kuwait, invadido por Iraq en los años 90, y desde hace más de 20 años su estrategia de política exterior es conseguir mayor relevancia internacional para asegurar su supervivencia. Qatar es consciente también de la cercanía de rivales regionales como Arabia Saudita o Emiratos Árabes Unidos con Rusia, con quien comparten foros como la OPEC+. El distanciamiento entre Estados Unidos y Arabia Saudita, en parte derivado de la falta de voluntad de Riad de atender a las peticiones de Washington de aumentar la producción de petróleo, están reconfigurando las alianzas en la región, y Qatar pretende salir reforzado.
Pol Morillas
11 de diciembre de 2022
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