En diversas Opiniones de Actualidad de los últimos años, el Círculo de Economía ha manifestado una especial preocupación por las disfunciones, políticas y económicas, que erosionaban la credibilidad y sostenibilidad del Estado de las Autonomías.
Así, en nuestra última Opinión, nos referíamos a la “creciente incomodidad existente en Catalunya, esencialmente como consecuencia de la sensación generalizada de agravio en su relación fiscal con el Estado. A ello, se une el incipiente malestar que se va extendiendo por toda España, sobre el sentido y viabilidad del Estado de las Autonomías en su actual diseño”.
Hoy, resulta ya indiscutible que se ha consolidado una elevada insatisfacción, por motivos distintos e incluso contradictorios, con el actual modelo autonómico.
Para unos, especialmente en Catalunya, porque imposibilita sus planteamientos claramente soberanistas, mientras que, en el conjunto de España, otros entienden que el proceso ha sido un error y que conviene recentralizar el Estado cuando no, en el límite, suprimir las Comunidades Autónomas. Y entre ambas posturas, un elevado número de ciudadanos denuncia las ineficiencias del sistema y manifiesta su agotamiento ante el inacabable conflicto político que genera, aunque subraya los aspectos positivos del modelo, y exige su reforma.
Una exigencia de reforma global del sistema, que también viene auspiciada por organismos europeos e internacionales que consideran insostenible nuestro modelo autonómico en su actual diseño y funcionamiento.
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