Nota de opinión. Reconstruir la política para reiniciar el país

A raíz de la convocatoria de diversas manifestaciones de protesta, durante los últimos días Barcelona y otras localidades del país han sufrido disturbios continuados que a menudo han venido acompañados de saqueos y estallidos de violencia. El Cercle d’Economia condena de manera tajante toda forma de violencia. Hacemos extensiva esta condena a los partidos políticos que, por acción o por omisión, han legitimado el vandalismo. Hemos constatado con estupefacción como responsables de primer nivel o algunos miembros del Gobierno de la Generalitat, ya sea con el silencio o en algunos casos incluso con complicidad, no han antepuesto como principio fundamental el mantenimiento del orden público, que es un compromiso básico de las instituciones con los ciudadanos. Como sociedad civil no podemos dejar de denunciarlo.

Interpretamos esta falta de autoridad a la hora de afrontar una situación social que es compleja como la consecuencia más alarmante del inmovilismo en el que está atrapada la política en Cataluña. Su parálisis continuada, debido a una confluencia de factores que son bien conocidos, la va haciendo irrelevante, y su desempoderamiento impacta en una sociedad en parte airada y en parte desesperanzada. No atender políticamente esta inquietud puede acentuar estallidos como los que hemos visto últimamente. ¿Qué más tiene que pasar, nos preguntamos, para que la urgencia de reconstruir nuestra política sea asumida con ambición y responsabilidad por los principales dirigentes del país?

Con la misma firmeza que condenamos la violencia en las calles, hace tiempo que denunciamos las consecuencias de la falta de acción de las instituciones que nos representan y la necesidad de renovación de las que deben velar por la defensa de nuestros derechos y el cumplimiento de nuestros deberes. El precio de esta inacción no es solo el coste de oportunidad que lima la prosperidad del país, la creación de riqueza y una mayor ocupación, que son las condiciones necesarias para afianzar un estado del bienestar dañado y que necesitaríamos robusto para afrontar un periodo de tensión y desigualdad creciente, sino que a medio plazo, el precio más costoso de la parálisis es la normalización de la desconfianza de la ciudadanía con las instituciones, una dinámica que provoca la retroalimentación de los extremos y la corrosión de la democracia.

Ante esta situación, más que una crítica resignada, queremos subrayar que hoy hay una oportunidad de avanzar. En la nota Un objetivo histórico para Europa, España y Cataluña, que dimos a conocer el julio pasado, pedíamos al gobierno de la Generalitat que se conformara tras las elecciones que fuera capaz de priorizar la recuperación, abandonar luchas internas y poner en marcha una política económica realista y previsible, que exigía, decíamos entonces, amplios consensos y complicidades, también con el resto de España. «Cataluña no se puede permitir seguir cautiva de una parálisis política». Lo que dijimos hace medio año lo repetimos ahora con más convicción. Entendemos que el resultado de las elecciones celebradas el día 14 de febrero es una oportunidad para superar la política de bloques y constituir un gobierno que trabaje para todos los catalanes. Porque la unidad no es una opción: es un deber.

Como hemos hecho en los últimos sesenta años, fieles al legado de la institución, el Cercle quiere aportar su visión sobre la situación política del país tras las elecciones. Unas elecciones que se pudieron celebrar con unas garantías sanitarias que demuestran la capacidad de la Generalitat y la sociedad catalana para hacer bien las cosas. Cuatro son las conclusiones que extraemos. No vale considerar solo una y omitir las otras.

La primera es la fatiga. Hace demasiados años que la política tensiona la sociedad y que no consigue recuperar su confianza. Hay que crear un clima de mayor previsibilidad. La segunda es que esta fatiga es más acentuada en las zonas más humildes y entre los jóvenes. Estos últimos ven sus perspectivas oscurecidas por elevadas tasas de desempleo, condiciones de trabajo precarias y un futuro muy incierto. Hacen falta reformas para rehacer tanto el contrato social como el contrato generacional. Una tercera lectura es la constatación del reforzamiento parlamentario del bloque independentista, enésima demostración de que la mayoría de la sociedad catalana quiere dejar claro que el conflicto territorial sigue abierto y espera una respuesta propositiva. Sobre este conflicto, tanto en el plano institucional como en el modelo de financiación, el Cercle ya fijó su posición en 2018 en la nota Propuestas para mejorar el autogobierno de Cataluña y el funcionamiento del modelo territorial del Estado.

Y, finalmente, como cuarta lectura de los resultados electorales, queremos subrayar el gran avance de las fuerzas que durante la última legislatura y la campaña electoral defendieron posiciones menos confrontadas y, por tanto, pueden estar en mejores condiciones para establecer puentes entre los bloques e impulsar así la reconstrucción de un espacio central, que es donde las propuestas, los acuerdos y la acción política se hacen posibles.

Es esta circunstancia nueva, que permitiría el repoblamiento político del centro, la que no puede desperdiciarse. Poder aprovecharla depende también del gobierno español, de su voluntad de avanzar en la resolución de un conflicto que tiene consecuencias a todos los niveles. Y depende, sobre todo, del abandono de la vía de la unilateralidad, porque divide a la sociedad, debilita aún más las instituciones y nos situaría de nuevo en un terreno imprevisible, que dificultaría todavía más el progreso económico y social. Consideramos que perder esta pequeña ventana de oportunidad, lo que frustraría la voluntad manifestada por la corriente central del país, reforzaría una lectura de las elecciones que tampoco puede dejar de hacerse: el aumento de posiciones que aún son minoritarias, pero que son extremas, y que han incrementado su representación en el Parlamento. Frustrar las esperanzas de un acuerdo entre bloques reforzará aún más la polarización y nos llevará a un callejón sin salida.

Nos jugamos mucho: de lo que ahora haga la política depende la posibilidad de que el conjunto del país esté mejor preparado para salir de la crisis sanitaria y encarar la reconstrucción económica y social con fortaleza. Es imprescindible para dar esperanza a una ciudadanía exhausta y para evitar la asfixia del tejido productivo. Hay que hacer más efectivas las medidas destinadas a apoyar a las personas más afectadas por la crisis. También es necesario ayudar a las empresas que más están sufriendo, pero que son viables a medio plazo. Desde las más grandes hasta las más pequeñas. Y hay que asegurar que cuentan con un marco competitivo adecuado para afrontar los retos de un futuro que se está acercando más rápidamente de lo que esperábamos. No podemos dar un paso atrás mientras nuestros competidores dan dos pasos adelante. Es la hora de la política.

Por eso hace falta un gobierno pragmático, profesional y con consejeros de prestigio, unas instituciones plenamente operativas, deliberación parlamentaria consensual y la asunción de un proyecto ambicioso de país que sea compartido. Hace falta buena política. Porque sin política no podremos afrontar retos capitales como el proceso de vacunación, la gestión de los Fondos Next Generation EU o la modernización tanto del sector público como de nuestro modelo productivo. El Cercle continuará haciendo propuestas en este sentido. El momento es grave y las consecuencias económicas de la parálisis son profundas. Para avanzar hacia la reconstrucción del país, la acción política tiene que cambiar de cultura: debe alejarse de radicalismos, los de derechas y los de izquierdas, y han de superarse los vetos que solo acentúan la división que ahora existe la posibilidad de dejar atrás. Existe hoy, y tal vez no estará mañana.

Reconstruir la política, pues, para reiniciar el país. Ahora con más necesidad que en otros momentos, porque encaramos una fase de urgencia. Ni valen las inercias ni valen las excusas. Hace falta coraje y hace falta liderazgo. En Barcelona y en Madrid. Hay que salir del inmovilismo.

Barcelona, marzo de 2021

Reconstruir la política para reiniciar el país

Marzo de 2021

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