Las personas que visitan por primera vez el Cercle d’Economía tienden a fijarse en un cuadro que preside su sala de reuniones. Se trata de un dibujo de Opisso, que dedicó al Club Comodín tras reunirse con sus miembros, y que reproduce el ambiente bohemio de los existencialistas de Saint Germain des Prés, según anotaciones del propio autor.
Entre 1951 y 1958, año de la creación del Cercle, sus fundadores recurrieron a una entidad deportiva, el Club Comodín de Ajedrez, para celebrar sus debates con total libertad y sin las limitaciones que imponía el régimen político del momento, que limitaba las reuniones numerosas a las que tuvieran por objeto el deporte. El Opisso se considera el “documento” fundacional del Cercle, un fiel reflejo de las aspiraciones de sus jóvenes fundadores por aproximarse al mundo que se dibujaba al norte de los Pirineos. Unas personas incómodas con sus circunstancias y comprometidas con un futuro mejor. Inquietas por entender esa Europa que se iba conformando, por aprender de su vida en democracia, por acercarse a sus movimientos sociales, culturales y artísticos. Fruto de ello: la reunión con Opisso y la costumbre de, posteriormente, adquirir obra pictórica para su Club de Ajedrez. Una tradición que arraigó entre los fundadores del Cercle y que viene a reflejar el encuentro de la economía con el mundo de la cultura y las artes. Un recordatorio de que esta economía con pretensiones tan científicas de nuestros días se ha ido alejando de sus orígenes, las humanidades. El encuentro, pues, entre economía y humanidades, uno de los grandes objetivos del Cercle en nuestros tiempos.