Las claves económicas del mes. Diciembre 2025

Solidaridad, el gesto discreto que nos une

El Cercle d'Economia, junto a CaixaBank Research, ofrece cada mes una breve análisis de la situación económica global.

Las claves económicas del mes. Diciembre 2025 | Solidaridad, el gesto discreto que nos une

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Sin grandes novedades en el frente macrofinanciero global

La economía estadounidense mantiene un frágil dinamismo. En septiembre, el ritmo de creación de empleo superó las expectativas, pero se revisó a la baja el dato de agosto y la tasa de paro aumentó hasta el 4,4%, máximo desde octubre de 2021. La inflación subió, aunque de manera contenida, y se sitúa en el 3,0%. La confianza de los empresarios y la de los consumidores sigue divergiendo: la de los primeros aumenta y la de los segundos cae. El índice de clima empresarial PMI se situó en noviembre en 54,2 puntos, por encima del umbral de 50 puntos que marca crecimientos positivos. La confianza del consumidor se encuentra en mínimos de los últimos cuatro años. En balance, el consenso de analistas apunta a un crecimiento del 0,3% intertrimestral en el 4T, tras un 0,7% esperado para el 3T (publicación atrasada al 23 de diciembre por el shutdown). Durante el primer semestre del año, el crecimiento de EE. UU. habría sido prácticamente nulo de no haberse producido un extraordinario impulso de las inversiones en tecnologias asociadas a la IA.

La Reserva Federal sigue el guion previsto y baja tipos en 25 p. b., hasta el 3,75%, en la reunión de diciembre. El tipo de referencia ya se sitúa 175 p. b. por debajo de los niveles máximos alcanzados en 2023. El recorte se justifica por el enfriamiento del mercado laboral en un contexto de inflación solo moderadamente por encima del objetivo. En los próximos meses se espera que la Fed tome una pausa para valorar cómo reaccionan el mercado laboral y la inflación a los recortes y al aumento de los aranceles. Los distintos miembros del comité de gobierno de la Fed mantienen opiniones anormalmente distintas sobre el curso que deberían seguir los tipos en los próximos meses. Trump todavía no ha revelado formalmente el nombre del sucesor de Jerome Powell, pero todo apunta a que será Kevin Hasset, actual director del Consejo Económico Nacional de Estados Unidos, lo que ha alimentado la expectativa de que los tipos seguirán descendiendo. Los mercados anticipan dos bajadas el próximo año.

La volatilidad vuelve a hacer acto de presencia en los mercados bursátiles, en un contexto marcado por dudas sobre la posible exuberancia alrededor de las inversiones en inteligencia artificial en EE. UU. y las elevadas valoraciones de las grandes compañías tecnológicas. El índice de volatilidad bursátil de EE. UU. VIX repuntó hasta niveles no vistos desde abril, y el Nasdaq vivió su jornada más brusca desde entonces, con una oscilación intradía de hasta el 5%. Durante buena parte del mes, el tono dominante fue de aversión al riesgo, con caídas generalizadas en los principales índices de renta variable a nivel global. Sin embargo, el sentimiento se recuperó hacia finales de noviembre a medida que se consolidaba la expectativa de que la Reserva Federal bajaría tipos en diciembre. Así, el foco de atención se desplazó a Japón, donde la preocupación por las perspectivas fiscales llevó las rentabilidades soberanas de largo plazo a máximos históricos.

La eurozona resiste, pero le falta el impulso de las dos economías de referencia. Los principales indicadores de clima y opinión empresarial apuntan a que la economía de la eurozona mantiene un ritmo de crecimiento en línea con lo previsto, en torno al 0,2% intertrimestral en el 4T, con diferencias entre países y sectores. En noviembre, el índice PMI compuesto se situó en los 52,8 puntos (por encima de los 50 puntos que marcan crecimientos positivos), gracias a la resistencia del sector servicios, que compensó la flexión a la baja de las manufacturas. El índice de sentimiento económico de la Comisión Europea consolidó la subida del mes previo y se sitúa en el nivel más elevado desde abril de 2023, aunque todavía por debajo del umbral de 100 que marca crecimientos cercanos a su media. Uno de los motivos de la falta de empuje de la economía europea es la debilidad que sigue mostrando la vieja locomotora alemana. La demora en la implementación del esperado plan de infraestructuras alemán se hace evidente en los datos: entre enero y octubre de este año, la inversión pública en capital fijo ha sido un 1,8% inferior a la del mismo periodo de 2024, y no llega ni a la mitad del nivel objetivo fijado para todo 2025. Por otro lado, la delicada situación política en Francia está dificultando la aprobación de los presupuestos para 2026. Este clima de incertidumbre pesa sobre el crecimiento de la débil economía francesa. En este contexto, la inflación en la eurozona se muestra acorde con el objetivo del BCE: en noviembre, la general subió 0,1 p. p., hasta el 2,2%, y la núcleo se mantuvo por tercer mes consecutivo en el 2,4%.

El BCE mantendrá el tipo de referencia en el 2,00% en la reunión del 18 de diciembre y seguirá sin dar pistas sobre la evolución futura de su política monetaria, anclado en la estrategia de llegar a cada reunión con todas las opciones sobre la mesa y basar las decisiones en los datos que se vayan publicando. Esta estrategia combina una calibración «neutral» de la política monetaria (es decir, la visión de que los niveles actuales de los tipos de interés ni estimulan ni restringen la economía) con el valor de esperar y guardarse la bala de actuar solo si el escenario se decanta. Y es que las perspectivas económicas están rodeadas tanto de amenazas que podrían requerir una relajación monetaria (desaceleración de la economía mundial, persistente debilidad en la industria, desinflación importada, cambios de sentimiento inversor) como de riesgos que podrían hacer necesario un cierto endurecimiento (inercias en algunas partidas de la inflación, disrupciones en las cadenas de suministros, impulso fiscal en Alemania y aumento del gasto en defensa). De todas formas, como los últimos datos de actividad sugieren una ligera mejora del ritmo de crecimiento, algunos miembros del BCE, como Isabel Schnabel, han elaborado un discurso algo más hawkish, lo que ha llevado a los mercados financieros a corregir su sesgo bajista para 2026: si hace unas semanas cotizaban un recorte de 25 p. b. (depo en el 1,75%) con una probabilidad del 30%, ahora le dan menos de un 10% e incluso apuntan a un aumento de tipos a finales de 2026 (depo en el 2,25%) con una probabilidad de alrededor del 20%.

La economía china crece, pero se enfría. Los principales indicadores de actividad prolongan la desaceleración iniciada en verano, especialmente la inversión: la inversión en capital fijo acumulada hasta octubre cae un -1,7% interanual, el peor registro desde 2020. La producción industrial también pierde dinamismo y en octubre moderó el crecimiento en 0,6 p. p., hasta el 4,9% interanual. De todas formas, los sectores de mayor valor añadido siguen creciendo con fuerza: automóvil 17%, resto de transporte 15% y semiconductores 18%. Las exportaciones también se debilitan a pesar de la capacidad de redirección comercial de China ante las políticas arancelarias de Trump. EE. UU. ha pasado a ser su tercer mercado, mientras que el bloque ASEAN ocupa ahora el primer lugar. El sector residencial sigue siendo un gran lastre. Los precios de la vivienda registraron en octubre las mayores caídas mensuales del año y en muchas ciudades los precios ya han sufrido una corrección de entre un 20% y un 30% desde máximos. La inversión residencial se desploma un –15% interanual en el acumulado del año hasta octubre. Con todo, el objetivo de crecimiento del Gobierno, un 5,0% para este año, está prácticamente asegurado.

La economía española acelera el paso y arranca con buen pie la campaña navideña

Los indicadores de actividad de noviembre apuntan a un 4T muy positivo. El consumo privado mantiene un tono dinámico, apoyado en la recuperación gradual de los ingresos de los hogares y unos tipos de interés más bajos. Al mismo tiempo, los indicadores de actividad empresarial muestran solidez y el mercado laboral sigue creando empleo. Este contexto anticipa un cierre de año mejor de lo previsto. Concretamente, el indicador de consumo de CaixaBank Research muestra que el gasto realizado con tarjetas españolas en lo que llevamos de 4T crece un 6,2% interanual, y que el crecimiento se ha mantenido elevado los días alrededor del Black Friday. Asimismo, el índice de comercio al por menor, deflactado y corregido por efectos de estacionalidad, mantuvo en octubre un notable avance del 3,8% interanual. Por el lado de la oferta, los principales indicadores de actividad se mantienen en zona claramente expansiva.

Reducción del déficit público hasta el 3T respecto al año pasado. Hasta septiembre, el déficit público consolidado (excluidas las corporaciones locales) se redujo al 1,1% del PIB, frente al 1,5% del mismo periodo de 2024, gracias al fuerte dinamismo de los ingresos públicos (+7,2% interanual) frente a un gasto más contenido (+5,7%). Con esta evolución, todo apunta a un déficit cercano al 2,5% del PIB en 2025 (vs. 3,2% en 2024), por debajo de la previsión de CaixaBank Research, del 2,7%.

El aumento del precio de la vivienda no da tregua. El valor de tasación de la vivienda libre creció en el 3T un 3,0% intertrimestral y un 12,1% interanual, una aceleración respecto al 10,4% del 2T y la mayor subida desde 2005. Este repunte refleja el desequilibrio entre oferta y demanda, aunque en términos reales el precio sigue un 27% por debajo de los máximos de 2007. En este contexto, el ritmo de crecimiento de las compraventas se está desacelerando, aunque se mantiene en niveles elevados: tras varios trimestres con aumentos superiores al 10%, en agosto se registró una caída del 3,4% y en septiembre un repunte hasta el 3,8%. En niveles, el volumen de transacciones sigue siendo elevado: 707.800 en el acumulado de 12 meses, el máximo desde 2007.

Solidaridad, el gesto discreto que nos une

La bondad que encierra el acto de dar sin esperar nada a cambio es difícil de medir, pero fácil de reconocer. Donar sangre, ceder un asiento, ayudar a quien lo necesita o apoyar una causa alumbran la cara más amable de nuestras vidas cotidianas. En una sociedad donde las fracturas internas se ensanchan por la polarización y la crispación del debate público, y donde los abismos entre países parecen insalvables, poner el foco en la solidaridad que persiste entre las personas alimenta la esperanza de un mañana mejor. La solidaridad rebasa la esfera individual y se extiende a un amplio grupo de actores y organizaciones que destinan recursos y horas a ayudar a los colectivos más desfavorecidos, a promover la cultura, a impulsar la investigación y a atender otros tantos temas de interés común. Aquello que a primera vista parece una cadena de gestos aislados adquiere una trascendencia mayor: es la savia del capital social, ese entramado invisible que une a las personas, sostiene la confianza mutua y, en última instancia, también las instituciones de las que nos hemos dotado.

Pese a su relevancia en la vida de mucha gente y en la salud de las comunidades, adentrarse en el conocimiento de la solidaridad es una tarea complicada porque escasean los datos fiables. Existen encuestas puntuales —a veces concebidas para analizar un problema concreto— que capturan percepciones o comportamientos aislados. Las instantáneas demuestran una realidad relevante, pero no hay un termómetro que nos ayude a seguir la evolución de la solidaridad y que dé más visibilidad a tantos y tantos gestos que se llevan a cabo de forma anónima y desinteresada. El proyecto emprendido por CaixaBank Research, la Fundació ”la Caixa” y la Universidad Pompeu Fabra quiere ser esa pequeña contribución: un esfuerzo conjunto para poner en valor y radiografiar el importante papel de la solidaridad en España.

La iniciativa se materializa en un primer informe, que contiene el análisis de una encuesta del Observatorio Social de la Fundació ”la Caixa” y el de datos transaccionales anonimizados de clientes de CaixaBank (millones de donativos hechos mediante domiciliaciones, transferencias, bizums o tarjeta, que se cruzan con variables sociodemográficas y financieras). Sobre esa doble base —lo que la gente piensa y siente, y lo que efectivamente hace— se edifica una radiografía de la solidaridad española, se monitoriza su evolución a lo largo del tiempo y se analiza con detenimiento la respuesta ante emergencias como la DANA de octubre de 2024.

¿Qué nos dicen los datos? La solidaridad se extiende a lo largo y ancho del territorio, no entiende de edades, ni de sexo ni de estatus social. Es generalizada en el conjunto de la población española. Sin embargo, sí sobresale un pequeño grupo de superdonantes, el 10% del total, que aporta prácticamente la mitad de todo lo que se dona. Este «pequeño» grupo de personas no tiene unos ingresos especialmente elevados, sino que destaca por el esfuerzo que hace (donan el 2,3% de sus ingresos) y por la regularidad con la que lo hace. Los datos también muestran que el tejido asociativo a través del que se canaliza la solidaridad está muy atomizado, con muchas oenegés repartidas en todo el territorio. Al mismo tiempo, observamos que hay un pequeño grupo de entidades, el 1% de ellas, que canaliza gran parte de los recursos solidarios, el 80% del total. Además, constatamos que el 90% de las donaciones se destinan a cuatro grandes causas: cooperación internacional, sanidad, servicios sociales y religión.

Por último, la respuesta solidaria ante la DANA de octubre de 2024 muestra cómo la solidaridad se dispara en momentos de emergencia. La tragedia que arrasó la Comunidad Valenciana movilizó a centenares de miles de personas y se reflejó en los datos: en noviembre, las entidades benéficas de ámbito español dispararon sus ingresos un 45%. La ola solidaria se extendió en todo el territorio, pero la proximidad geográfica marcó diferencias: quienes vivían entre 100 y 200 kilómetros del epicentro multiplicaron por 1,8 sus aportaciones. Esa gran ola de solidaridad, con ese mar de fondo que son los miles y miles de donantes y de oenegés, seguramente nos muestra la cara más bonita y esperanzadora de la sociedad española. Y con este proyecto, esperamos poder contribuir a que, a partir de ahora, tenga más visibilidad.

A cargo de Oriol Aspachs, Director de Economía Española en CaixaBank Research y secretario técnico del Cercle d'Economia