Las claves geopolíticas del mes. Diciembre 2025

Cisma transatlántico

El Cercle d’Economia, junto con CIDOB, ofrece cada mes un análisis breve de la situación geopolítica global.

Las claves geopolíticas del mes. Diciembre 2025 | Cisma transatlántico

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El enemigo europeo (fuerte con el débil) ... Con más retraso del que es habitual, el segundo mandato de Trump ya tiene Estrategia de Seguridad Nacional (NSS). Es un documento que se lee bajo los parámetros del "America First", pero que hace de la rivalidad ideológica con Europa su punto central. La NSS establece como objetivo la promoción de una Europa de naciones soberanas, capaces de defenderse por si solas. Enfatiza la necesidad de "cultivar la resistencia" por parte de las fuerzas políticas patrióticas y cercanas al movimiento MAGA, y critica la política europea por haber promovido el deterioro de la "grandeza europea". Las razones, el declive económico causado por una regulación que "ahoga", la "censura a la libertad de expresión y la supresión de la oposición política" y las políticas migratorias que pueden poner fin a la civilización europea -con el riesgo que ciertos miembros de la OTAN se transformen mayoritariamente en "no-europeos".

Es un ataque en toda regla al proyecto de construcción europea basado en los valores compartidos de la alianza transatlántica, y supone un claro giro de guion respecto a quienes son los aliados de Estados Unidos en Europa: ya no es la comunidad de naciones articuladas en torno a la UE y la OTAN, sino los países europeos gobernados por partidos políticos trumpistas y las fuerzas de oposición del mismo signo, con el fin de "celebrar sin complejos el carácter y la historia individuales de las naciones europeas". La NSS acusa también a Europa de debilidad en la guerra de Ucrania, y aboga por reestablecer "la estabilidad estratégica con Rusia". En su voluntad de resucitar la "doctrina Monroe" hacia el "hemisferio occidental" (véase América central y América Latina, entendidas como patio trasero de Estados Unidos), Trump pretende expulsar y aislar la influencia europea en la región. La segunda presidencia de Trump tenía que ser la que virase la atención de la política exterior, de seguridad y defensa de Estados Unidos hacia el Indo-Pacífico, pero la NSS menciona 49 veces a Europa y solo 21 a China y 10 a Rusia. El foco de atención principal es la rivalidad ideológica con lo que Europa representa, mientras que se diluye la atención hacia otras grandes potencias. Pese al ataque frontal de Estados Unidos, el primer alto cargo en reaccionar, la Alta Representante Kaja Kallas, dijo en el Doha Forum que "todavía somos los aliados más fuertes", en una clara defensa de la doctrina del apaciguamiento. Una ceguera frente a los contenidos de la NSS que fue matizada posteriormente por Antonio Costa, presidente del Consejo Europeo, y por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, aunque sin buscar la confrontación directa con la narrativa de Washington.      

...Y cauto con los fuertes (China y Rusia). La rivalidad con China es reducida a su expresión económica y comercial. La NSS evita criticar el sistema político chino o pedir reformas democráticas, priorizando en cambio la estabilidad y los lazos económicos mutuamente beneficiosos. El tono del documento indica un deseo de reducir las tensiones, estipulando que China no debe interferir en el hemisferio occidental ni intentar invadir Taiwán. Y demanda unas relaciones comerciales más justas, en referencia al déficit comercial, que no es nombrado de manera específica en las secciones relativas a China (y, de hecho, solo una vez en toda la NSS). Respecto a Rusia, es mencionada como desafío para Europa, pero no para Estados Unidos. La prioridad es "restablecer las condiciones de estabilidad en Europa y la estabilidad estratégica con Rusia". La NSS de 2025 marca una diferencia clara con la NSS de 2017 por lo relativo a las relaciones entre Estados Unidos y las otras potencias. El documento del primer mandato de Trump identificó la competencia entre las grandes potencias, Rusia y China, como el desafío principal de la política exterior estadounidense, basado en un "realismo de principios" que buscaba promover los valores estadounidenses y dar cuenta de las nuevas dinámicas del poder global. Ahora, los Estados Unidos se muestran cautos con los fuertes.

La Estrategia de Seguridad Nacional secreta: ¿Podría ser peor? Algunos medios estadounidenses se hicieron eco de una exclusiva de Defence One, que anunciaba la existencia de un documento más largo, profundizando en los postulados de la NSS, y radicalizando todavía más la aproximación hacia Europa y la cautela frente a China y Rusia. La Casa Blanca desmintió la existencia de esta segunda NSS, pero muchos dan por buena la existencia de un documento clasificado, por lo menos como fuente de inspiración de la versión pública de la estrategia. En este documento se profundiza en el traslado de la agenda MAGA a Europa (MEGA) se concreta con la voluntad de trabajar para que países como Austria, Hungría, Italia y Polonia abandonen la UE, con el apoyo de Estados Unidos.

Respecto a la relación con las grandes potencias, el documento aboga por la creación de un nuevo grupo, el C5, con la participación de Estados Unidos, China, Rusia, India y Japón. Trump ha lamentado en ocasiones anteriores la expulsión de Rusia del G8 (G7 ahora) y ha criticado a foros como el G20 o el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por ser demasiado inoperativos. En este concierto de grandes potencias en torno al C5 se dirimirían los grandes asuntos internacionales, como la paz en Oriente Medio, y se aprovecharía para rehabilitar a Rusia como potencia internacional (y expulsar a Europa de la mesa de negociaciones). El documento también reconoce que la estrategia de perseguir la hegemonía estadounidense no es realista, por lo que prefiere un mundo protagonizado y diseñado por las grandes potencias (multipolaridad), sus esferas de influencia (el hemisferio occidental para Estados Unidos), y en clara sintonía con el lenguaje de líderes como Xi Jinping o Vladimir Putin en sus respectivas áreas.

Ucrania y las negociaciones que no llegan. El plan propuesto por la Casa Blanca, elaborado por Steve Witkoff (USA) y Krill Dmitriev (Rusia), ha conmocionado a Europa. El plan de 28 puntos incluye: Para Ucrania, reconocer su soberanía; limitar sus fuerzas armadas; abandonar la perspectiva de la OTAN (consagrada en la constitución) ni que haya tropas de la OTAN sobre el terreno; ceder los territorios ucranianos ocupados y los todavía no ocupados al 100% por Rusia, incluyendo Crimea, Luhansk y Donetsk (zona desmilitarizada neutral); derecho a la membresía en la UE y acceso preferencial al mercado europeo; otorgar estatus oficial al idioma ruso y reconocer a la Iglesia Ortodoxa Rusa. Para Rusia: compromiso de no realizar futuras invasiones ni agresiones hacia Europa y Ucrania; mediación entre la OTAN y Rusia liderada por Estados Unidos; reintegración en la economía global; utilización de los activos rusos restantes en un vehículo de inversión entre Estados Unidos y Rusia; reconocimiento de Crimea, Luhansk y Donetsk como rusos; y no proliferación nuclear. Se concedería la amnistía a todas las partes, los activos rusos se utilizarían para la reconstrucción, y Estados Unidos recibiría el 50% de las ganancias de estos fondos.

En la UE, este plan ha sido considerado una lista de deseos de Rusia, que satisface sus demandas territoriales y no garantiza la seguridad de Ucrania a largo plazo. Si bien la Unión se muestra optimista sobre su participación en las negociaciones, y en particular en lo que respecta a sus preocupaciones sobre las concesiones territoriales y las capacidades militares de Ucrania, aún mantiene divisiones respecto al uso de los activos rusos congelados. El desbloqueo de activos financieros incautados con las sanciones a Rusia se enfrenta a una fuerte resistencia por parte de Bélgica (donde se encuentra la empresa Euroclear, que los posee) por las dudas legales que comportaría su uso y el posible impacto de las represalias rusas. Chequia, Hungría y Eslovaquia también se oponen, pero carecen de minoría de bloqueo. Bélgica quisiera ver aprobadas garantías legales por parte de la UE y que otros países del G7 que poseen activos soberanos rusos, como el Reino Unido, Canadá o Japón, replicasen el mismo plan, pero sigue sin haber claridad al respecto (el Consejo Europeo de 18-19 de diciembre será clave).

Crisis diplomática entre Japón y China. El 7 de noviembre, la nueva primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, sugirió que un ataque a Taiwán podría constituir una "situación que amenaza la supervivencia" de Japón, justificando así una respuesta contundente. Esta declaración provocó una enérgica condena por parte de Pekín, que acusó a Tokio de socavar la estabilidad regional y advirtió contra la intervención militar en el estrecho de Taiwán. China intensificó su respuesta enviando una carta formal a Naciones Unidas, en la que afirmaba su derecho a la legítima defensa si Japón intervenía militarmente en el estrecho de Taiwán. Estas acciones marcan un giro hacia la confrontación jurídica y narrativa de Pequín, presentando a Japón como una fuerza desestabilizadora en los asuntos regionales. Pekín también conserva una poderosa palanca económica, las exportaciones de tierras raras, que podrían verse restringidas si las tensiones se intensifican y afectar gravemente al sector tecnológico japonés. La administración de Takaichi disfruta de un impulso político inicial pero su gobierno minoritario sigue siendo frágil. La trayectoria actual en las relaciones bilaterales sugiere un alejamiento de la era anterior basada en "política fría, economía caliente", lo que podría acercar a Japón a las coaliciones económicas y de seguridad lideradas por Estados Unidos. El reciente apoyo de Trump a Takaichi apuntaría en esta dirección.

A cargo de Pol Morillas, director del CIDOB y miembro de la Junta Directiva del Cercle d'Economia