Las claves geopolíticas del mes. Noviembre 2025

Giro de guión en la (geo)política de Estados Unidos

El Cercle d’Economia, junto con CIDOB, ofrece cada mes un análisis breve de la situación geopolítica global.

Las claves geopolíticas del mes. Noviembre 2025 | Giro de guión en la (geo)política de Estados Unidos

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Jetten desafía a la extrema derecha en Países Bajos… y Babis la refuerza en República Checa. Un debate recurrente sobre el impacto de la extrema derecha en la gobernanza europea es el que divide a los partidarios de dejarla gobernar para que emerjan sus contradicciones y los proclives a evitar su paso por las instituciones, bajo riesgo que estas rebajen sus estándares democráticos. Trump, Orbán, Fico e incluso Meloni validan los temores de los segundos, mientras que los resultados de las elecciones en Países Bajos validarían la primera tesis. Wilders cosechó una sonora derrota al verse superado por el socio-liberal D66. Pese al empate con el PVV de Wilders, la extrema derecha holandesa ha dejado de ser la fuerza más votada, ha perdido un tercio de su representación parlamentaria, ha visto como la estrategia de romper con el gobierno por el endurecimiento de su política anti-inmigración no ha dado resultado, y deja de ser clave en la formación del próximo ejecutivo, que muy probablemente liderará Jetten (su grupo ha pasado de 9 a 27 escaños).

Algunos leen esta derrota como una señal del agotamiento de la extrema derecha cuando pasa de la oposición (donde su discurso anti-establishment capitaliza sobre múltiples descontentos) al gobierno (donde estos partidos deben pactar con otras fuerzas y renunciar a sus postulados maximalistas). En el lado opuesto, en República Checa, el seguidor de Trump Andrej Babis ha conseguido llegar a un acuerdo con el partido de extrema derecha prorrusa y el partido de los automovilistas, eurófobo y contrario a la agenda climática, para gobernar en coalición. Esto implica que, en los países de Visegrado, la República Checa se sumará a la Eslovaquia de Fico y a la Hungría de Orbán para conformar un nuevo gobierno euroescéptico, y que solamente Donald Tusk en Polonia (aunque con un presidente euroescéptico también), permanece como aliado de Bruselas en la región.

El federalismo pragmático europeo. No sólo por este motivo, sino también por la difícil gobernanza europea, Draghi ha cambiado de discurso para su agenda de reformas. De las 176 medidas propuestas en su informe, se calcula que poco más de un 10% han empezado a implementarse. Ante la imposibilidad de avanzar en lo técnico para aumentar la competitividad europea, Draghi pone por delante el déficit democrático de la UE y su ineficiente toma de decisiones. En su discurso al recibir el Premio Princesa de Asturias, el italiano dio la vuelta a su argumento de modificar primero las policies para luego mejorar las politics, y abogó por el "federalismo pragmático europeo".

Solamente un reducido grupo de países europeos dispuesto a avanzar en las reformas pendientes, desde la economía a la defensa europeas, serán capaces de constituir los gérmenes de la europea federal y avanzar hacia la cesión de soberanía necesaria para construir una Europa con capacidad de proyección global. Esto pasa por consolidar una Europa a múltiples velocidades, fuera de los Tratados, donde "coaliciones de voluntarios" decidan dar pasos adelante hacia un federalismo basado en acciones concretas. A su vez, esto permitiría que, previo paso por parlamentos y referéndums nacionales, estas coaliciones de voluntarios dotaran a la construcción europea a múltiples velocidades de la legitimidad necesaria para avanzar. De lo contrario, esperar a que el federalismo y los avances prácticos ocurran en el seno de los 27 estados miembros equivale a postergar sine die las reformas pendientes. La propuesta liga con iniciativas recientes de países como España, que ha sugerido avanzar en la unión financiera entre aquellos dispuestos a vehicular sus ahorros hacia la productividad europea (iniciativa del ministro Carlos Cuerpo).

Sudan, la crisis humanitaria más grave del mundo. Las guerras y crisis humanitarias en África pasan demasiado desapercibidas. La más atroz del momento tiene lugar en Sudán, donde los rebeldes de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), fundadas por milicianos involucrados en el exterminio de Darfur de 2003, están librando una guerra extremadamente violenta contra el ejército del país. Las víctimas civiles se cuentan por miles y se trata de la mayor crisis de refugiados del mundo, con más de 10 millones de desplazados forzosos. El ejército de Sudán ha perdido el control de un tercio del territorio nacional y, tras la división del país entre Sudán y Sudán del Sur en 2011, se teme por una nueva partición. Los crímenes que están cometiendo ambos bandos, con violaciones a gran escala, ejecuciones sumarias, mutilaciones y limpieza étnica han desatado la alerta en Naciones Unidas. El país tiene a 24 millones de personas en situación de crisis alimentaria grave y riesgo de hambruna. La mediación de Estados Unidos, Emiratos Árabes, Arabia Saudí y Egipto ha permitido que las RSF acepten una tregua humanitaria, a la espera de respuesta del gobierno de Sudán. Ambas partes han acordado diversas propuestas de alto el fuego desde el estallido de la guerra en abril de 2023, aunque ninguna ha prosperado.

La guerra comercial que no llega. Los continuos tira y afloja entre Trump y Xi Jinping sobre la guerra comercial y la interposición de aranceles cruzados han chocado de nuevo con las dinámicas de interdependencia entre ambas superpotencias. A las amenazas de Trump de imponer aranceles de hasta el 145%, China ha respondido con la limitación de exportaciones de minerales críticos y tierras raras, imprescindibles para la tecnología estadounidense, y ha hecho valer su poder de compra de productos agrícolas como la soja. A su vez, Xi es consciente del daño que podrían causar los aranceles norteamericanos en la economía exportadora china, más aún si esto derivara en aranceles en cadena desde Europa, que sigue sujeta a las decisiones de la Casa Blanca en política comercial.

El encuentro entre Trump y Xi Jinping del 30 de octubre se saldó con un acuerdo de tregua arancelaria, aunque ambos líderes son crecientemente conscientes de las palancas negociadoras que tienen en vistas a un próximo choque comercial. Cada vez va quedando más claro que la geopolítica regida por los intereses nacionales contrasta con la interdependencia entre las principales potencias, aunque esta interdependencia se haya dejado de entender como un bien global y haya pasado a ser objeto de instrumentalización. Cada amenaza de subida arancelaria por parte de Trump es correspondida con una limitación de exportaciones de bienes críticos desde China, lo que incita a las partes a negociar de nuevo sin que el ritmo de amenazas cruzadas disminuya, pero también sin que estalle una guerra comercial con toda su fuerza.

Estados Unidos y la defensa del hemisferio occidental. Junto con la diplomacia acomodaticia de Donald Trump frente a China, cabe destacar un giro de guion significativo en la doctrina de política exterior de la Casa Blanca. Este giro podría plasmarse en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Trump, todavía por publicar, y pasaría por focalizar la seguridad y la defensa de Estados Unidos en la protección del hemisferio occidental, en vez de la confrontación con China. Es un cambio radical respecto a lo que muchos anunciaron con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca: el foco en una nueva guerra fría con China y la contención del gigante asiático como objetivo principal de la política exterior americana. De este modo, estaría ganando adeptos la escuela que defiende la primacía de los Estados Unidos (entre ellos, Marco Rubio y Mike Waltz), muy focalizada en los territorios más inmediatos, frente a la escuela de los que priorizan la contención de China (entre ellos, ideólogos como Elbridge Colby, en el Pentágono). Y también frente a los que abogan por la contención del poder norteamericano, como el vicepresidente JD Vance, que habría visto en los ataques a las narcolanchas venezolanas y los indicios de buscar un cambio de régimen en el país un ejemplo de lo que no debe hacer Estados Unidos: inmiscuirse en asuntos de terceros.

El giro de guion geopolítico es significativo, porque daría a entender que Trump da vía libre a China para dominar la política asiática (con el interrogante respecto a la voluntad de defender a Taiwán en caso de ataque chino), mientras que Estados Unidos se centra en la coexistencia con el gigante asiático y en su predominio del hemisferio occidental (con la duda de la fortaleza de la alianza transatlántica). Este refuerzo de la seguridad y defensa del hemisferio occidental pasaría por el repliegue de efectivos militares estadounidenses en el extranjero hacia tareas de seguridad interior (lo hemos visto con la presencia de fuerzas armadas en las calles de Washington, Chicago y otras grandes ciudades), la defensa de la frontera con México, y la actuación arbitraria y el asesinato sumario de tripulantes de las supuestas narcolanchas en el Caribe. La connivencia con Putin, el abandono paulatino del apoyo a la defensa europea y desentenderse del futuro de Ucrania validarían también esta doctrina.

Mamdani gobernará Nueva Yol. Desde que Trump regresó a la Casa Blanca, los demócratas se debaten entre moderar sus posiciones para contrarrestar la excentricidad de Trump y rescatar el voto de centro, o virar hacia la izquierda para recuperar los votantes que abandonaron al tradicional partido de los trabajadores para unirse al movimiento MAGA. Mientras que los primeros priorizan candidaturas de centro a la estela de Biden y Harris, los segundos apuestan por revulsivos como AOC, Sanders o Mamdani. Las primeras elecciones tras el regreso de Trump a la Casa Blanca se saldaron con una sonora derrota para los republicanos. Los demócratas vencieron en las elecciones a gobernador de Virginia (Abigail Spanberger) y Nueva Jersey (Mikie Sherrill), además de la alcaldía de Nueva York (Zohran Mamdani, con la mayor participación en unas elecciones locales desde 1969). Y lo hicieron por amplio margen en los tres casos. La interpretación de los resultados en clave nacional es más difícil, no obstante. Mientras que las dos gobernadoras de Virginia y Nueva Jersey son de perfil centrista, Mamdani, que no podría concurrir a la presidencia al haber nacido en Uganda, representa el giro a la izquierda de los demócratas. Sobre todo, comparado con Andrew Cuomo, rival que decidió concurrir como independiente tras perder las primarias demócratas y quien acabó recabando, a última hora y sin demasiado impacto, el apoyo de Trump.

Más que decidir el futuro ideológico del partido demócrata, estas elecciones muestran lo importante que es la fortaleza del candidato que concurra en cada elección, y que sea capaz de articular un mensaje coherente y conectado con las inquietudes de los votantes. Y esto puede hacerse tanto desde el centro como desde la izquierda. Las recientes elecciones también muestran que cuando Trump no está en la papeleta, la coalición MAGA tiene dificultades para articular una visión vencedora. Nueva York es también resultado de la puesta en valor de su diversidad cultural tras meses de políticas restrictivas en inmigración desde la Casa Blanca. Las expresiones culturales son reflejo de dinámicas políticas, como bien demuestra Jordi Amat en Les Batalles de Barcelona. En Nueva York, Mamdani ha capitalizado el voto joven, latino y de otras minorías que había perdido Kamala Harris en las presidenciales. Celebró su victoria en un teatro de Brooklyn al ritmo de Nueva Yol, de Bad Bunny. El videoclip de la canción incluye una parodia de Donald Trump, en el que se retracta de sus postulados anti-inmigración y agradece la contribución de las comunidades latinas en la construcción de la nación. El video de Bad Bunny concluye con el mensaje "juntos somos más fuertes", algo que también puso en valor la campaña de Mamdani.

A cargo de Pol Morillas, director del CIDOB y miembro de la Junta Directiva del Cercle d'Economia