Llegamos a finales de 2024 y es momento de hacer balance. Seguramente ha sido un año de grandes transformaciones. Muchas no son palpables, pero el tablero geopolítico termina este 2024 muy diferente a como empezó.
El último gran cambio lo hemos visto en Siria, donde el régimen de Bachar al Assad ha caído (The Economist). Barak Barfi (Project Syndicate) analiza por qué cayó tan rápidamente la dinastía. Anne Applebaum (The Atlantic) ve en ella una caída de la coalición autócrata global y señala a Rusia - Hanna Notte (The New York Times) analiza las consecuencias que puede tener el cambio de gobierno para Putin - e Irán (The Economist analiza el impacto para el Estado persa).
Shlomo Ben-Ami (Project Syndicate), por su parte, pone el foco en las implicaciones de la caída de la dinastía al Assad en Oriente Próximo. Coinciden Mona Yacoubain (The New York Times), que analiza las consecuencias para la región, y Kim Ghattas (Financial Times), que nos recuerda que los acontecimientos en Siria siempre presagian grandes cambios geopolíticos. De hecho, tal y como adelanta The Economist, Israel ya ha aprovechado el colapso del régimen sirio para reforzar su control sobre los Altos del Golán, con incursiones militares para controlar posiciones estratégicas. Esta acción podría intensificar las tensiones regionales e influir en la reconfiguración de las relaciones de poder en Oriente Medio (Rolf Dobelli en Politico).
La responsabilidad de formar un nuevo gobierno parece que recae en Hayat Tahrir al-Sham y su líder, al-Golani, que genera incertidumbres sobre su capacidad de construir una Siria inclusiva y estable dado su pasado en Al-Qaeda. (Jamie Dettmer - Politico). Además, tal y como analiza The Economist, la diversidad y rivalidad entre los grupos rebeldes plantea incógnitas sobre su cohesión y la orientación futura del país. Aunque, como destaca Zaina Erhaim (The New York Times), esta transición despierta esperanza entre los sirianos que desean regresar al país tras años de represión. Sin embargo, Charles A. Kupchan y Sinan Ülgen (Project Syndicate) advierten que las experiencias previas en Oriente Próximo ponen de manifiesto las dificultades de estabilizarse sin un apoyo multilateral sostenido.
Es por ello por lo que habrá que poner el foco en la reacción de occidente a la nueva etapa siria. Así, Gideon Rachman (Financial Times) recuerda que, a pesar de los riesgos de inestabilidad, la caída de al Assad es una victoria significativa para Siria y la región. Michael Hirsh (Politico) plantea que la administración Trump podría aprovechar esta oportunidad para redefinir el orden regional, estableciendo vínculos pragmáticos con Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Coincide con él Bret Stephens (The New York Times), que pide poner condiciones claras para colaborar con HTS, aunque reconoce el beneficio estratégico de debilitar a actores como Irán y Hezbolá. Para conseguirlo, según Nahal Toosi (Politico), los líderes mundiales deben convencer a Trump de que implicarse en la zona beneficia los intereses norteamericanos.
Europa, por su parte, se enfrenta a un 2025 lleno de retos, marcado por la reelección de Donald Trump, que ha generado incertidumbres sobre la cooperación transatlántica y ha forzado a los líderes europeos a reforzar su autonomía estratégica en defensa y economía (Mathew Kaminski - Politico). Además, como señala Rana Foroohar (Financial Times), el desligamiento de Estados Unidos de China expone a Europa a una situación de dependencia aún mayor de Pekín en sectores críticos como la tecnología y los recursos naturales, mientras se redefinen las reglas del poder global. Pero el foco de tensión e inestabilidad europea más grande de 2024 ha sido Francia.
La crisis política ha dejado a Emmanuel Macron en una situación delicada, marcada por la fragmentación de la Asamblea Nacional y las dificultades para sacar adelante su agenda reformista. Ahora, Macron ha nombrado a François Bayrou (The Economist) en un intento más por encontrar una fórmula que le permita superar la división en la Asamblea Nacional y la falta de apoyo legislativo. La elección de Bayrou, según Abboud y Johnson (Financial Times), busca también limitar el peso de la extrema derecha en el parlamento francés. Aunque, como adelanta Victor Goury-Laffont (POLITICO), no servirá sino consigue rehacer puentes con el resto de formaciones y dotarse de la estabilidad necesaria para sacar adelante las reformas pendientes.
Estos retos globales se ven amplificados por el retorno de Donald Trump, que según Antara Haldar (Project Syndicate), pone en peligro el estado de derecho en Estados Unidos con su capacidad para esquivar responsabilidades y debilitar a las instituciones democráticas. Paul Krugman (The New York Times), en cambio, ofrece una perspectiva de esperanza y pide al público exigir responsabilidad a los líderes populistas, cansados de promesas vacías.
Terminamos con The Economist, cabecera que identifica el 2025 como un año marcado por avances tecnológicos y tensiones geopolíticas, con inversiones en inteligencia artificial y energías renovables contrarrestadas por desafíos como la dependencia energética de los combustibles fósiles y las disputas entre las grandes potencias. Estas dinámicas dibujan un panorama donde la cooperación y la estrategia serán claves para afrontar los nuevos equilibrios de poder.
Con la colaboración de: