El Cercle d'Economia, junto a CaixaBank Research, ofrece cada mes una breve análisis de la situación económica global.
Los inversores, entre Trump y la debilidad de la eurozona. La divergencia en las expectativas de política monetaria entre la Fed y el BCE se acentúa. En EE.UU., el dinamismo de los indicadores de actividad, la revisión al alza de las perspectivas de crecimiento y de inflación tras la victoria de Trump, y las declaraciones de miembros de la Fed favorables a un enfoque gradual en las bajadas de tipos han llevado a los mercados a esperar unos tipos de interés más altos a medio plazo. En contraste, las expectativas para el BCE han flexionado a la baja en un contexto de debilidad económica y desinflación, reforzando la expectativa de una nueva bajada de tipos en diciembre y situando el punto de llegada por debajo del 2%. En este contexto, la rentabilidad de la deuda soberana alemana cayó más de 30 puntos básicos durante el mes de noviembre, mientras que la prima de riesgo francesa aumentó debido a las dificultades del Gobierno para aprobar recortes presupuestarios.
Los mercados bursátiles estadounidenses registran ganancias significativas, impulsados por la expectativa de bajadas de impuestos y menor regulación bajo la administración Trump. El S&P 500 y el Nasdaq subieron más de un 5% en noviembre, alcanzando nuevos máximos, mientras que el índice Russell 2000, que agrupa a compañías de menor capitalización, avanzó un 11%. El sector bancario fue el más beneficiado, con el índice KBW de bancos subiendo un 12%. En contraste, las bolsas europeas mostraron ganancias más moderadas y un desempeño mixto por países, con el DAX alemán subiendo cerca de un 5%, mientras que el CAC francés y el MIB italiano se mantuvieron ligeramente en negativo. El Ibex 35 subió algo más de un 2%.
La victoria de Trump también ha impulsado una apreciación del dólar, con un aumento del tipo de cambio efectivo nominal similar al observado tras su primera elección en 2016. El euro, por su parte, se depreció un 4% desde las elecciones, afectado por la debilidad de los indicadores económicos y las amenazas arancelarias de la nueva administración estadounidense. La deprecación del euro podría continuar los próximos meses hasta alcanzar la paridad con el dólar.
Riesgos al alza en EE. UU. y a la baja en Europa. En el cierre de 2024 se mantienen las tendencias observadas durante buena parte del año en las principales economías: dinamismo en EE.UU, debilidad en la eurozona por la delicada situación que atraviesan Alemania y Francia, y falta de impulso en la economía china ante la ausencia de estímulos económicos de calado. En EE.UU., las perspectivas de crecimiento para 2025 son positivas y los últimos meses se han revisado al alza. El consenso de analistas se sitúa en el 1,9%, pero podría seguir aumentando su previsión en función de la ambición de la agenda de recortes impositivos de la nueva administración Trump. La inflación también se ha ido revisando al alza. El consenso de analistas sitúa la previsión para 2025 en el 2,3%, pero también la podría revisar al alza si se confirma un mayor crecimiento y si, además, la nueva administración introduce un programa arancelario como el prometido durante la campaña. Las perspectivas para la economía europea son menos halagüeñas. El próximo año hay varios países que deberían acelerar el paso de su consolidación fiscal, como Francia e Italia, y hay dudas de hasta qué punto podrán cumplir con los calendarios fijados en los procesos de déficit excesivo abiertos por la Comisión. Además, la política arancelaria de Trump, si se lleva a cabo, también podría impactar de forma notable sobre la economía europea, y especialmente en Alemania e Italia, donde el peso de las exportaciones a EE.UU. se sitúa algo por encima del 3% de su PIB. Estos factores podrían compensar parte del impulso que supondrá una política monetaria más expansiva durante el próximo año. Varias casas de análisis han ido revisando las previsiones de crecimiento de la eurozona a la baja los últimos meses. Actualmente, el consenso de analistas se sitúa en el 1,1% y no se puede descartar que siga reduciéndose los próximos meses.
En España, la actividad mantiene el dinamismo. La economía española cierra 2024 con un tono robusto. Los indicadores referentes al último trimestre del año ofrecen señales positivas: el gasto doméstico mantiene un buen ritmo de crecimiento, los indicadores de sentimiento empresarial (PMI) también se mantienen sólidos, el mercado laboral sigue creando empleo a ritmos elevados y el turismo mantiene una elevada pujanza. Otra buena noticia es que la inflación, a pesar del repunte de los últimos meses (2,4% en noviembre), debido principalmente a los precios energéticos, se mantiene en niveles contenidos, por debajo de la media de la eurozona y mejorando, incluso, las previsiones de CaixaBank Research.
La compraventa de viviendas se dispara. Las compraventas de vivienda repuntaron en septiembre con fuerza. En lo que llevamos de año, se han cerrado cerca de 468.000 operaciones, lo que supone un incremento del 3% respecto al mismo periodo de 2023, y una clara recuperación de la actividad frente a las caídas registradas a lo largo del año pasado (-10,2% en media en 2023). La reactivación de las transacciones, combinada con el menor dinamismo de la oferta, introduce presiones al alza en los precios. De hecho, estos volvieron a acelerarse con fuerza en el 3T 2024, tanto el valor tasado del MIVAU, 6,0% interanual en el 3T vs. 5,7% en el 2T, como, sobre todo, el índice de precios de la vivienda del INE, 8,2% interanual en el 3T vs. 7,8% en el 2T.
El impacto de la Dana sigue siendo muy intenso en las zonas más afectadas. Según el monitor de consumo de CaixaBank Research, un mes después de las inundaciones el 50% de los TPVs de los municipios más afectados siguen inactivos y el gasto cae alrededor de un 50%. Por sectores, el de retail, con el 70% de los TPVs inactivos, es el más afectado. En el resto de los municipios, la recuperación ha sido más rápida y presentan cifras de gasto similares a las del conjunto de España. Aunque la incertidumbre sigue siendo muy elevada, estas cifras son coherentes con un impacto moderado en el crecimiento del PIB del conjunto de la economía española, que podría ser de entre 1 y 2 décimas en el 4T 2024. En 2025, el impacto es todavía muy incierto. Dependerá, en gran parte, del esfuerzo inversor en reconstrucción y reposición del capital destruido y de las medidas de apoyo que se implementen. En este sentido, el Gobierno ha aprobado medidas por un importe de 16.600 millones de euros entre ayudas, avales e inversiones (1,1% del PIB). El impacto de este paquete en el déficit público de 2024 debería ser poco material, pues el grueso se materializará en 2025 y, además, 5.000 millones son avales gestionados por el ICO. El despliegue de estas ayudas puede contribuir a un impacto positivo sobre el PIB español en 2025 de entre 1 y 3 décimas (efecto ya neto de los efectos disruptivos que puedan perdurar en los próximos trimestres).
España ante el espejo: evolución de la desigualdad y de la clase media. El análisis de la desigualdad a nivel global en los últimos 30 años muestra una historia de éxito: el índice de Gini se redujo de manera marcada y casi ininterrumpida entre 1990 y 2019. Sin embargo, el análisis de la desigualdad dentro de los países desarrollados muestra una imagen bien distinta. La desigualdad de ingresos medida por el índice de Gini ha aumentado en las tres últimas décadas en países como EE. UU., Alemania o Francia. Para el caso de España no ha sido así: la desigualdad en 2022 era inferior a la de tres décadas atrás, aunque haya sufrido aumentos marcados en momentos de crisis y se mantenga en niveles más elevados que en Francia y Alemania. Una visión similar emerge de medidas alternativas que se fijan en los extremos de la distribución de ingresos. El porcentaje del total de renta del 1% de la población con mayores ingresos aumentó en EE. UU. y en Francia, pero se ha reducido de forma notable en España.
Desde 2022, el indicador en tiempo real de CaixaBank Research muestra que la desigualdad ha mantenido la tendencia a la baja, tanto en el conjunto de España como también entre los distintos colectivos y zonas geográficas. Así, en el conjunto de España, en el mes de noviembre el índice de Gini ya se situaba 2,9 puntos por debajo de los niveles previos a la pandemia. Mientras que por edades el descenso es parecido, destaca la reducción de la desigualdad entre el colectivo de personas nacidas en el extranjero, que ya se sitúa 3,8 puntos por debajo de los registros previos a la pandemia. A nivel geográfico, destaca la buena evolución que presentan las comunidades con un elevado peso del sector turístico, con reducciones de la desigualdad que ya superan los 4 puntos en las Baleares y Canarias.
El descenso de la desigualdad que se ha producido en los últimos años es importante. En general, el índice de Gini suele ser bastante estable a lo largo del tiempo. Por ejemplo, en España, entre 1990 y 2019 descendió 1,9 puntos. En EE. UU., uno de los países en los que la desigualdad ha aumentado más, entre estos dos años el índice de Gini se incrementa en 3,5 puntos. A la vista de la buena evolución que presenta España desde 2019, es probable que cuando conozcamos los datos para Alemania y Francia constatemos que se ha conseguido recortar sensiblemente la distancia con estos países.
La clase media en España ha experimentado una leve tendencia al alza en los últimos años. En 2022, el 61,1% de la población pertenecía a la clase media, frente al 59,2% en 2007. Este fortalecimiento ha ido acompañado de una reducción tanto de la clase baja como de la clase alta. La proporción de personas de clase baja descendió en 0,6 puntos porcentuales entre 2007 y 2022, hasta el 30,0%. Por su parte, el tamaño de la clase alta se ha reducido en 1,4 puntos porcentuales hasta el 8,8% de la población. Sin embargo, la percepción de estancamiento persiste. En parte, ello puede ser debido a la pérdida de poder adquisitivo que se produjo durante la crisis financiera. Además, la evolución de la clase media varía según la edad: la proporción de jóvenes en la clase media ha disminuido, mientras que ha aumentado entre las personas mayores. Las generaciones más jóvenes tienen ingresos inferiores a los de generaciones anteriores a su misma edad.
Por Oriol Aspachs, Director de Economía Española en CaixaBank Research y miembro de la Junta Directiva del Cercle d'Economia