Oriol Aspachs, vocal de la Junta Directiva del Cercle d’Economia, presentó Xavier Sala i Martín y dio paso a la conferencia del catedrático y también asesor económico principal del Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), centrada en la Inteligencia Artificial y los retos asociados con su desarrollo.
Xavier Sala i Martín situó la Inteligencia Artificial (IA) en el contexto de la evolución humana a lo largo de una historia marcada por el progreso científico y tecnológico, pero también por la organización social. Y refirió cómo, en la actualidad, una tecnología que "hace décadas que existe y que está siendo investigada y mejorada" genera opiniones contrapuestas entre la ciudadanía a propósito de las ventajas, los inconvenientes y los peligros que conllevará su difusión. Situó el epicentro de este debate en la dialéctica entre 'boomers' (partidarios) y 'doomers' (detractores).
Más allá de las predicciones aparecidas en los últimos años sobre las potencialidades "exponenciales" y transformadoras de la IA, Sala i Martín advirtió del riesgo de "burbujas" similares a la ola especulativa vivida durante los años 90 del siglo pasado en el ámbito de los proyectos empresariales vinculados a Internet. No obstante, recomendó a las empresas "abrazar el cambio" y evitar "ir a contracorriente", con una evocación de la aparición de la electricidad: "en ese momento había dos tipos de empresas, las que se adaptaron y las que desaparecieron".
El catedrático de Economía definió la IA como "un modelo estadístico de hacer predicciones que intenta emular el funcionamiento del cerebro humano", pero que cuenta con "limitaciones". También presenta ChatGPT, si bien la herramienta "resulta útil para depurar mensajes o escribir mejor los correos electrónicos", indicó.
La verdad como limitación
En su exposición, Xavier Sala i Martín describió que “ChatGPT no está diseñado para decir la verdad. Lo está para hacer la siguiente palabra, para construir frases que se parezcan a las que construyen los humanos: pero eso no implicar decir la verdad". Otra de las limitaciones de la Inteligencia Artificial tiene que ver con los datos, necesarios para que esta tecnología pueda extraer patrones y hacer predicciones: "En mundos abiertos no hay suficientes datos y no tendrás nunca suficientes datos para entender, para cubrir todas las posibilidades", lo que puede dar pie a errores (a modo de ejemplo, citó algún accidente mortal vinculado a pruebas de conducción autónoma de vehículos: "La psicología humana nos lleva a confiar en una máquina en la que no deberíamos confiar y eso puede acabar matando a una persona", recalcó).
IA: el reto de la productividad
Otra de las reflexiones del ponente versó sobre los efectos que la IA puede tener en la productividad. Lo hizo, de nuevo, a partir de un paralelismo con la introducción de la electricidad: resueltos sus aspectos científicos y tecnológicos, la implantación de la electricidad –recordó el economista– no se tradujo de forma inmediata en una mejora de la productividad porque la mera sustitución del vapor por la electricidad sólo representaba una reducción de los costes. Fue con Henry Ford y la puesta en marcha de la cadena de montaje –prosiguió– que creció la productividad: "Esto quiere decir diseñar la empresa de manera diferente", abogó.
En la actualidad, en esta época de generalización de la IA, Sala i Martín admitió que "una de las sorpresas que tenemos los economistas es que no hay ningún aumento de la productividad" asociado a ella. "Al igual que hizo Henry Ford, lo que hace falta es que los empresarios rediseñan la empresa para hacerla productiva" y, sobre todo, no caer en la trampa de centrarse en la reducción de costes que puede suponer su adopción. "Ahora falta vuestra parte, este es el gran reto", señaló dirigiéndose al auditorio.
Talento, regulación y competencia
Una vez concluida la Keynote, se inició un debate con Oriol Aspachs. El vocal de la Junta Directiva del Cercle d’Economia quiso poner el foco en la situación en Europa y en Estados Unidos. En esta cuestión, el catedrático expresó que "nos tenemos que hacer mirar como el talento que tenemos va a otros lugares". Lo puso en contexto: "Creo que la Inteligencia Artificial es sintomática de lo que está pasando: los grandes sabios en la materia son europeos, pero todos trabajan en empresas o universidades de Estados Unidos o Canadá. Y si Estados Unidos innova, si China u otros países asiáticos deben ser los que producirán, ¿qué haremos nosotros?".
Y profundizó aún más en su diagnóstico crítico: "(Europa) ha hecho la regulación de la Inteligencia Artificial. ¿De verdad queremos un mundo donde los que innovan son los americanos, la producción corre a cargo de China y nosotros regulamos? A mí me parece que es el camino equivocado".
Sobre los eventuales riesgos de concentración de mercado que pueda conllevar el desarrollo acelerado de la IA planteados por Aspachs, el catedrático de Economía afirmó que "hay una competencia tan grande que creo que muy pronto muchas de estas tecnologías se comoditizarán".