Las claves geopolíticas del mes. Junio 2024

Claves europeas tras las elecciones del 9J

El Cercle d’Economia, junto con CIDOB, ofrece cada mes un análisis breve de la situación económica global.

Claves geopolíticas Junio 2024. Claves europeas tras las elecciones del 9J

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Europa vira a la derecha, resiste el centro europeísta. La marea de extrema derecha ha impactado con fuerza en los países fundadores de la Unión Europea, pero no ha barrido en el nuevo Parlamento. En Francia, Le Pen ha doblado en resultados a Macron, forzando a este último a convocar elecciones legislativas anticipadas. Nótese que él no concurre, y confía que, en un sistema a doble vuelta, el miedo a Rassemblement National revierta el resultado de las europeas o, en el peor de los casos, lleve a una cohabitación que debilite a Le Pen de cara a las presidenciales de 2027. En Alemania, el destacado crecimiento de AfD preocupa a la fuerza ganadora, la CDU de Ursula von der Leyen. La extrema derecha también gana en Italia y consigue buenos resultados en Países Bajos y Bélgica. Los países fundadores viran a la extrema derecha y, de entre los países grandes de la UE, solo en España el centro europeísta de populares y socialistas resiste su envite.

Los buenos resultados de la extrema derecha, hasta ahora dividida en dos grupos (el ECR de Meloni y Vox e ID, de Le Pen y AfD), conformarán un hemiciclo más polarizado entre los defensores de la integración europea y las fuerzas nacionalistas o "patrióticas". Queda por ver dónde se ubicarán los varios partidos de extrema derecha que entrarán en el nuevo Parlamento, y cómo se configuran sus grupos políticos, dado el acercamiento reciente de Meloni al PPE, el cortejo de Le Pen a la misma Meloni, o el cordón sanitario establecido en la misma extrema derecha en torno a Alternativa para Alemania.

En cualquier caso, con resultados todavía preliminares, el centro europeísta formado por populares, socialdemócratas y liberales suma más de 400 escaños (de un total de 720) y, añadiendo a los verdes, la mayoría europeísta asciende a más de 450 escaños. Más allá de la probable elección de Von der Leyen para un segundo mandato, los equilibrios que deberán tejerse en el próximo ciclo institucional serán complejos. El acercamiento a los verdes puede incomodar al PPE, muchos de cuyos representantes preferirían frenar la ambición y celeridad del pacto verde, y la buena relación entre Von der Leyen y Meloni sin duda generará controversia entre socialistas y liberales, y en Francia en particular, donde las legislativas anticipadas pueden llevar a Macron a arrastrar los pies en el acuerdo para los "top jobs" y el voto favorable a la nueva Comisión Von der Leyen.

Cabe recordar que los grupos políticos europeos no son bloques monolíticos y que parte de sus integrantes votan acorde a prioridades nacionales -no en clave ideológica paneuropea- en muchos paquetes legislativos. El voto secreto para confirmar la presidencia de la Comisión augura un resultado ajustado, pese a la resistencia del bloque europeísta tras las elecciones. Ya en 2019 Ursula von der Leyen superó por solo nueve votos la mayoría requerida, en un hemiciclo previo al Brexit de 751 diputados. Los equilibrios en esta ocasión estarán sujetos también a la creciente contestación de la extrema derecha en buena parte de la Unión Europea y a una fragilidad del centro político europeísta que, pese a conservar la mayoría, teme los vaivenes políticos en los gobiernos nacionales.

Implicaciones para un nuevo ciclo institucional europeo. La Comisión Europea en su conjunto no se escoge en función de las mayorías que se conformen en el Parlamento Europeo. Este solamente tiene capacidad para ratificar o vetar las propuestas de comisarios que sugieran los estados miembros, incluida la presidencia de la Comisión, para la que el Consejo Europeo remite una propuesta de acuerdo con el resultado de las elecciones, que el Parlamento vota. Esto significa que no podría haber un ejecutivo comunitario de coalición entre “populares y extrema derecha”, porque los encargados de enviar sus propuestas a la presidencia de la Comisión para la conformación del nuevo Colegio serán los gobiernos de los 27 estados miembros. Habrá pues representantes de socialistas y liberales, aunque los gobiernos nacionales donde la extrema derecha forma parte del ejecutivo o donde ejerce un alto poder de influencia puedan proponer nombres que enarbolen la bandera del euroescepticismo. El poder de estos comisarios, no obstante, quedaría limitado en el reparto de carteras. Además de la presidencia de la Comisión, que puede decidirse en el pleno del Parlamento Europeo de mediados de julio, empieza ahora el baile de nombres para los otros puestos de relevancia institucional para el nuevo ciclo europeo: la presidencia del Consejo Europeo, la presidencia del Parlamento y la posición de Alto Representante y vicepresidente de la Comisión.

Las quinielas apuntan a que un liberal y/o de un país báltico o del este puede hacerse con la cartera de política exterior, y los socialdemócratas aspiran al puesto de presidente del Consejo Europeo, si se confirma el segundo mandato de la popular Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión. Aunque parte con ventaja, socialistas y liberales harán pagar caro a Von der Leyen su acercamiento a Meloni durante la campaña. Un elemento novedoso de la nueva Comisión será si se propone una cartera de defensa, que contribuiría a los esfuerzos de reindustrialización en este ámbito pero que, a su vez, genera suspicacias entre los estados miembros, verdaderos protagonistas en la toma de decisiones sobre la defensa europea. Los próximos hitos son el Consejo Europeo informal del 17 de junio, donde se empezarán a barajar nombres, el Consejo Europeo de 27-28 de junio, cuando se puede resolver la propuesta de los estados miembros para los "top jobs", y la sesión plenaria del Parlamento Europeo el 18 de julio.

¿Unas elecciones verdaderamente europeas? Tradicionalmente, las elecciones al Parlamento Europeo se han considerado de segundo orden, tanto por sus bajos niveles de participación (también este 9-J), muestra del interés relativo que suscitan entre la ciudadanía, como por la tendencia a dirimirse en clave nacional y/o como mecanismo de castigo al gobierno en ejercicio. En esta ocasión, sin embargo, las elecciones también permitieron saldar cuentas con la respuesta de la UE a las recientes crisis, desde la pandemia a la guerra de Ucrania. El campo europeísta, compuesto por populares, socialdemócratas, liberales y verdes, argumentó en campaña que, para la Europa verde, digital o de seguridad y defensa, la UE necesita profundizar su integración y dotar de más recursos, competencias y herramientas a Bruselas.

En cambio, las fuerzas nacionalistas y euroescépticas, entre ellas la extrema derecha, quisieron enfatizar la necesidad de construir la "Europa de las naciones", donde los estados miembros repatrien los poderes que ostenta Bruselas y se refuerce el método de cooperación intergubernamental. En cierta medida, este ha sido un debate plenamente europeo, que ha contribuido a la madurez del "demos" y de la arena política europea, algo que hace tiempo que viene reclamándose, si de lo que se trata es de construir una UE más legítima y cercana a sus ciudadanos. En el aire queda el futuro del pacto verde europeo, una mayor integración en seguridad y defensa -necesaria para la Unión geopolítica-, o más recursos para el presupuesto europeo y una política fiscal más ambiciosa. Más allá de la mayoría de las fuerzas europeístas en el nuevo Parlamento, las dificultades para avanzar en la integración residirán en el Consejo, donde las fuerzas de extrema derecha son parte del gobierno en Hungría, Finlandia e Italia, o donde tienen una influencia notable, como en Suecia o Países Bajos..

Un plan de paz americano sin avances en Israel y Gaza. Joe Biden presentó su plan de paz entre Israel y Hamas, articulado en tres fases. En una primera fase de seis semanas de duración se liberaría a parte de los rehenes, a cambio de un alto al fuego en la Franja. En la segunda fase se liberaría el total de los rehenes, a cambio de un cese permanente de las hostilidades. En una tercera, se procedería a la reconstrucción de la Franja de Gaza y a la estabilización de Oriente Medio. En principio, el plan de paz contaba con el visto bueno del ejecutivo israelí, que pocas horas después de hacerse público se retractó de su apoyo. Las crecientes presiones internas a las que está sometido Netanyahu por parte de los sectores más radicales, ultraortodoxos y ultranacionalistas de su gabinete amenazaron con hacer caer el gobierno. En unas nuevas elecciones, el partido de Netanyahu sufriría un desgaste profundo y obligaría al primer ministro a hacer frente a los cargos de corrupción que le acechan. Hamás, por su parte, pidió garantías para que, una vez completada la primera fase, el cese de las hostilidades y el alto al fuego permanente sean efectivos, ya que Israel sigue anunciando que la operación en Gaza durará el tiempo necesario hasta que se derrote totalmente a Hamás. En paralelo, Israel amenazó con ampliar su ofensiva contra Hezbollah en el sur del Líbano, probablemente como manera de aumentar la presión hacia Washington, cuyo objetivo estratégico en la guerra siempre ha sido alejar las posibilidades de escalada y desestabilización regional.

Modi obtiene un resultado por debajo de lo esperado en la India.  Las elecciones generales de la democracia más grande del mundo (968 millones de personas llamadas a las urnas) se prolongaron durante más de 6 semanas. El recuento dio la victoria al BJP, el partido del primer ministro, Narendra Modi, aunque con un margen menor de lo esperado y muy por debajo de los 400 escaños (de 543) que se marcó como objetivo durante la campaña. Modi, que cosechó 240 escaños, dependerá de sus aliados políticos para conformar una mayoría de 272, en una elección que se resolvió por la importancia de las cuestiones socioeconómicas y no tanto las identitarias, que había promovido Modi en campaña. El nacionalismo excluyente hindú que abandera el primer ministro se topó con la realidad del paro entre las castas más bajas, la elevada inflación y la crítica a subsidios insuficientes, en una India cuyas tasas de desigualdad se encuentran por encima de las existentes durante el período colonial británico. En el estado bisagra de Uttar Pradesh, el voto de las clases bajas hindúes y musulmanas fue a manos de la oposición, superando brechas culturales y religiosas y haciendo causa común alrededor de motivaciones sociales. La estrecha victoria de Modi muy probablemente le impida seguir adelante con sus promesas de reforma de la Constitución, que pretendía eliminar la naturaleza secular de la India a favor de un trato preferente al hinduismo. Al contrario que en otras democracias, la polarización identitaria no funcionó como revulsivo del voto frente a consideraciones de cariz más social y económico.

Por Pol Morillas, Director del CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) y miembro de la Junta Directiva del Cercle d'Economia