Xi Jinping visita (su) Europa
El Cercle d’Economia, junto con CIDOB, ofrece cada mes un análisis breve de la situación económica global.
La (no tan) curiosa gira europea de Xi Jinping. Lo normal hubiese sido hacer parada en Berlín (motor europeo y socio comercial de primer orden), Bruselas (centro de poder) y Reino Unido (principal país receptor de las inversiones chinas en Europa). Pero Xi Jinping escogió Francia, Serbia y Hungría como países de destino en su reciente gira europea. De Francia, a Xi le interesa la doctrina Macron sobre la "autonomía estratégica". En Pequín se lee esta fórmula como la más adecuada para que la UE se distancie de EEUU en un mundo bipolar en ciernes. Cuánto más poder quiera Europa, más fragmentado estará el bloque occidental, y más todavía en caso de regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. De Serbia, a China le interesa su perfil cercano a Rusia y animadversión hacia la OTAN (la visita de Xi coincidió con el 25º aniversario del bombardeo de la embajada china en Belgrado durante la guerra de los Balcanes, episodio que la OTAN sigue describiendo como accidental y China, muestra del imperialismo beligerante de occidente).
En Hungría, a Xi Jinping le interesa consolidar su apuesta por una planta de producción de vehículos eléctricos, además de secundar la cercanía de Orbán a los polos alternativos de poder internacional, Pequín y Moscú. Con esta planta de producción de vehículos eléctricos chinos en Europa, Xi Jinping vería abrirse la posibilidad de operar dentro del mercado único europeo. Esto sería clave en caso de que prosperen las sanciones europeas al vehículo eléctrico chino, como ha apuntado Von der Leyen, por motivos de competencia desleal. Esta puerta de entrada al mercado único europeo sería todavía más valiosa si, como promete Trump, las relaciones comerciales en su segunda presidencia se reducen al "conmigo o contra mí", lo que pondría a los nuevos liderazgos europeos en una situación especialmente difícil. Recordemos que, a pesar de que la política comercial de Biden hacia China no ha diferido de manera sustancial de la de Trump, la UE ha tratado de sortear las presiones americanas gracias a su fórmula de "socio, competidor y rival" en sus relaciones con China, algo que podría cambiar en caso de aumentar la guerra comercial global.
Macron vuelve a fijar el marco del debate europeo. En su célebre discurso de la Sorbona de 2017, el presidente francés fijó los términos del debate para el ciclo institucional europeo que ahora llega a su fin. Suyas fueron las ideas de la "Europa potencia", de augmentar la "soberanía europea" y de la "Unión a múltiples velocidades". El marco estratégico de Macron no siempre se ha traducido en acciones concretas en favor de una UE más capaz en los últimos cinco años. Pero con su nuevo discurso en la Sorbona, Macron pretende alertar a las fuerzas europeístas que la UE que hemos conocido hasta hoy "puede morir". La alerta se puede leer en clave interna (el partido de Le Pen lidera con claridad los sondeos), pero Macron pretende que las elecciones europeas de junio se conviertan en un plebiscito entre las fuerzas que quieren seguir construyendo una UE más capaz (en línea con la respuesta dada a las recientes crisis, desde la pandemia a la guerra de Ucrania) y las que reclaman una "deconstrucción" de Bruselas para repatriar poderes a los estados miembros.
Alertando de que Europa "es mortal", la batalla ya no es sobre qué tipo de UE se quiere construir (una más integrada o una donde las capitales ganen peso) sino una batalla existencial. No deja de ser curioso, no obstante, que el discurso europeo se mueva entre la retórica congratulatoria sobre todo lo conseguido en los últimos años (vacunación conjunta frente a la Covid-19, Next Generation EU, uso de recursos conjuntos para la defensa de Ucrania, etc.) y el supuesto peligro existencial que azota a la Unión. El debate europeo se mueve entre la complacencia y el apocalipsis, y no está claro que ninguno de los dos mensajes sirva para desactivar el voto de extrema derecha y euroescéptico que avanza rápidamente en vistas a las elecciones de junio.
Biden presidente contra Biden candidato. El apoyo de Estados Unidos a la operación israelí en Gaza empieza a suponer un riesgo severo para las posibilidades de reelección de Joe Biden en las presidenciales de noviembre. Mientras que Trump no deja lugar a dudas sobre su apoyo a Israel (insta a Netanyahu a "terminar el trabajo"), Biden ve como las protestas de los estudiantes en los campus universitarios de todo el país y las críticas de las comunidades afro y árabo americanas a su política amenazan con robarle muchos apoyos decisivos para la reelección. Biden intenta un equilibrio imposible: mantener una política de estado de apoyo a Israel, su principal aliado en la región, y que este apoyo no conlleve una sangría del voto joven y diverso que habita en el partido demócrata. Emerge una batalla entre los miembros de la administración que instan a Biden a mantener el apoyo a Israel y los protagonistas de la campaña demócrata, que ven la guerra de Oriente Próximo como la principal amenaza para la reelección. Biden presidente contra Biden candidato. De entre las medidas que la administración americana ha puesto encima de la mesa para suavizar las consecuencias domésticas de la guerra está el cuestionamiento del envío de armamento a Israel en caso de invasión terrestre de Rafah, o un informe calibrado en el que se reconoce que Israel puede haber violado el derecho internacional humanitario, haciendo uso de armamento americano.
Avanza el reconocimiento internacional de Palestina... no así del estado palestino. La Asamblea General de Naciones Unidas votó ampliamente a favor (143 votos a favor, 9 en contra y 25 abstenciones) de mejorar el estatus de Palestina en la organización (derecho a emitir propuestas, sentarse junto con los otros estados, entre otros privilegios). LA resolución no da a Palestina el derecho a voto en la Asamblea, ni tampoco contribuye a avanzar en el reconocimiento del estado palestino, que requeriría el beneplácito del Consejo de Seguridad -y donde Estados Unidos ya ejerció su poder de veto recientemente. No obstante, el posicionamiento reciente de la Asamblea, como también lo fueron otras votaciones relativas a la guerra de Gaza, evidencian que Palestina obtiene simpatías de buena parte de los países del mundo y, en particular, del sur global, mientras que Israel se encuentra cada vez más arrinconado en la sede de la diplomacia multilateral. Por otro lado, en Europa también son mayoría los países que votaron a favor de la mejora de la posición de Palestina en Naciones Unidas (14 países a favor, 11 abstenciones y solo dos votos en contra, Chequia y Hungría). Actualmente sólo 9 estados miembros de la UE reconocen a Palestina como estado de pleno derecho, pero dos más ya han anunciado que lo harán próximamente, el 21 de mayo: España e Irlanda. Quizá se unan otros, según Borrell.
Política eurovisión. Eurovision se quiere un concurso "apolítico". Pero la política internacional estuvo muy presente en la última edición del certamen, como lo ha estado en ediciones anteriores. En 2022 se tomó la decisión de expulsar a Rusia tras la invasión de Ucrania. En esta edición la guerra de Gaza estuvo presente dentro y fuera del escenario, en forma de abucheos a la representante de Israel y de manifestaciones en las inmediaciones del recinto. Pero, así como la condena hacia Rusia fue unánime entre los países europeos, esto no ha sucedido en el caso de Israel. ¿Tenía sentido excluir a Israel del concurso si Europa no comparte el mismo punto de vista sobre la guerra, como sí lo ha hecho en el caso de la guerra de Rusia en Ucrania?