El 99,8 % del tejido empresarial catalán está formado por pequeñas y medianas empresas, que representan más del 60 % del PIB del país y cerca del 70 % de la ocupación. La comunidad académica coincide en señalar la necesidad de abordar la mejora de las dimensiones de la empresa catalana, ya que su productividad tiene una correlación directa con su tamaño, por encima de otros factores, como el entorno en el que opera, las regulaciones o la cultura empresarial y laboral de un país.
Según apunta Rafael Doménech, responsable de análisis económico de BBVA Research, las grandes empresas catalanas, líderes en su sector, “son igual de productivas que sus homólogas en países con renta per cápita más elevada y con niveles generales de productividad más altos”.
El efecto composición en el tejido empresarial español explicaría el 75 % de la diferencia de productividad con Alemania, mientras que el 25 % restante pertenecería a causas que no tienen que ver con su dimensión, según estudios del BBVA Research. “Si queremos mejorar nuestra productividad, innovación y competitividad, tendremos que aumentar el tamaño de nuestro tejido empresarial y analizar cuáles son las barreras que impiden este desarrollo”, añade Doménech.
Un aumento de la productividad de las empresas catalanas supondría una mayor capacidad de producir bienes y servicios, generar rentas para cambiar el proceso productivo y consolidar un estado de bienestar que asegure la inclusión social. Cuando pensamos en términos estratégicos para un país, señala Doménech, “el tamaño de las empresas supone un factor clave para las perspectivas de futuro”.
De una forma similar se expresa la profesora de Esade Carolina Villegas, que apunta que en una empresa grande la productividad es entre tres y cuatro veces superior que en una microempresa: “Tenemos una abundancia de empresas pequeñas y micro, de menos de 50 trabajadores, y relativamente pocas compañías grandes con más de 200 trabajadores”. Apunta que la empresa española contrata de media a cinco trabajadores, mientras que en Alemania la media asciende a diez. Así, en España las empresas pequeñas suponen el 60 % del empleo y las grandes compañías suman un 30 %, mientras que en Alemania los dos grupos aportan el 40 % de los puestos de trabajo.
Siguiendo con la comparativa con el país germano, el 0,13 % de las empresas españolas tiene más de 250 empleados, mientras que en Alemania la cifra asciende a un 0,4 %. Según explica Oriol Aspachs, director de Economía Española en CaixaBank Research Division, se trata solamente de tres décimas, pero con gran repercusión en la producción y en el conjunto del mercado de trabajo: se traducen en una diferencia del 10 % en la ocupación.
“Se trata de tres décimas con un impacto de primer orden en la economía, pero también en el bolsillo de los trabajadores, ya que en las grandes empresas la calidad del empleo es diferencialmente mejor, con salarios hasta un 50 % superiores al promedio de las empresas más pequeñas”, advierte.
El crecimiento empresarial no solo es positivo en términos de creación de empleo y productividad, sino también para el conjunto del mercado de trabajo, especialmente en tiempos de crisis. “Hemos comprobado con la pandemia que la mayoría de la destrucción del empleo se concentra en las empresas más pequeñas”, subraya Aspachs. En este sentido, señala que, en diciembre de 2021, un año y diez meses después del estallido de la pandemia, las grandes compañías “se encuentran un 7 % por encima” de los niveles de ocupación de antes de la crisis, lo que demuestra su resiliencia ante un entorno adverso.
¿Cuáles son las causas del tamaño relativamente pequeño de las empresas catalanas y españolas? Doménech apunta a los siguientes factores.
La propia productividad es causa y efecto en la composición del tejido empresarial. Las compañías más productivas son más competitivas, pueden ganar cuota de mercado y aumentar su dimensión. Al mismo tiempo, si eliminamos las barreras al crecimiento empresarial, se observa que las empresas pueden aprovechar economías de escala y mejorar su productividad.
Según datos recopilados por la OCDE sobre la productividad en el sector manufacturero, las grandes empresas españolas son casi tres veces más productivas que las microempresas y 1,6 veces más productivas que las de tamaño medio. “Hay una interacción entre tamaño y productividad que hace que estas dos variables sean a la vez causa y efecto”, señala Doménech.
El capital humano facilita el crecimiento del tamaño de las empresas. La capacidad de atraer talento es crucial para mejorar la competitividad, y las más grandes son las que cuentan con más recursos para ser atractivas y permitir la especialización necesaria para ganar dimensión empresarial. En este sentido, Doménech apunta que existen perfiles idóneos de empresarios y directivos según los retos que tenga en cada momento la empresa: “Las empresas emergentes necesitan innovadores y una empresa que sale al mercado precisa de alguien que sepa cómo acceder a financiación. El tamaño de una empresa facilita encontrar los perfiles más convenientes en cada momento”.
Las regulaciones en los mercados de productos, los mercados de trabajo y el régimen fiscal son factores determinantes para crear un clima favorable al crecimiento del tamaño de las empresas catalanas y españolas. “Las trabas y las cargas administrativas y fiscales dificultan en buena medida que las empresas españolas ganen tamaño”, apunta Doménech.
La financiación permite que las empresas ganen tamaño. Cuando las sociedades son más grandes, tienen más facilidades para seguir financiándose. La causalidad, en esta ocasión, va en las dos direcciones.
La demora en la resolución de conflictos a través del sistema judicial entorpece que las empresas puedan ganar tamaño. Es clave el buen rendimiento y la eficacia del sistema judicial para que las trabas administrativas no frenen el crecimiento empresarial.