Innovación y crecimiento empresarial

En España el gasto en Investigación y Desarrollo interno se sitúa en el 1,4 % del producto interior bruto (datos de 2020), mientras que en el conjunto de la Unión Europea alcanza el 2,2 % del PIB. Este diferencial, explican los economistas, se debe en buena parte a la composición del tejido empresarial español, caracterizado por la inmensa cantidad de microempresas y su escasa capacidad económica para invertir en innovación y conocimiento.

Una de las soluciones, apunta Doménech, sería la creación de institutos tecnológicos basados en la colaboración público-privada: “Un ejemplo paradigmático es el MP3, donde una empresa tenía la necesidad de transmitir de forma rápida contenido audiovisual. Se lo encargaron al instituto tecnológico alemán Fraunhofer, que desarrolló la tecnología. Con dinero privado y capital humano público surgen muchas innovaciones que permiten a las pymes tener una ventaja competitiva y ganar tamaño”.

Según Sandra Sieber, profesora ordinaria en IESE Business School, la innovación debe ser una palanca para el crecimiento empresarial: “Debemos escuchar el entorno, construir una visión, analizar dónde están las oportunidades y explorar nuevas ideas, productos y modelos de negocio”. La innovación en la empresa, añade, pasa por “definir un nuevo sistema de actividad, probar y escalar las ideas, y adaptar la organización y los empleados a las necesidades de la nueva era digital”.

En este sentido, asegura que las empresas grandes son más innovadoras porque son capaces de atraer talento y están estructuradas para desarrollar su capacidad innovadora, pero apunta que las pequeñas gozan de una flexibilidad que les permite ser más ágiles en un entorno en constante transformación: “El problema de las empresas pequeñas es que no gozan de una estructura consolidada que les permita un recorrido suficientemente amplio para convertir una idea en realidad”.

La productividad, la innovación y la competitividad son fundamentales para reducir la tasa de desempleo sin incurrir en los desequilibrios anteriores, en una economía mundial más globalizada y sometida a una revolución tecnológica y digital sin precedentes, que afronta el reto de la sostenibilidad medioambiental y social. Para Doménech, “sería un error pensar que el reto de la desigualdad o la lucha contra el cambio climático se puede afrontar sin las innovaciones empresariales”.