Democracias infectadas. La Covid-19 y el modelo de democracia liberal

Más allá de las consecuencias económicas de la crisis provocada por la Covid-19, parece cada vez más claro que esta tendrá, también, derivadas de carácter político, social, cultural, educativo o científico que condicionarán nuestra manera de vivir y de entender un mundo, que, tal como lo habíamos conocido hasta ahora, se desvanece. Este puede ser un buen momento para repensar y priorizar aquellos aspectos vitales para el desarrollo sostenible y el progreso de nuestras sociedades.

El Cercle d’Economia continua la conversación con destacados actores de nuestro entorno para tratar de reflexionar y aportar ideas sobre lo que está pasando y cómo se van configurando, desde este momento, las opciones para construir el día siguiente.

“Desde la crisis financiera, los índices de confianza en las instituciones públicas han caído en la mayoría de países occidentales. Y, en el resto del mundo, es el autoritarismo, y no la democracia, lo que está avanzando.”

Democracias infectadas. La Covid-19 y el modelo de democracia liberal

Víctor Lapuente, Universidad de Gotemburgo y ESADE

No creo que la crisis del coronavirus cambie las grandes tendencias mundiales, pero sí acelerará algunas. En economía, la globalización estaba ya perdiendo fuelle antes de la Covid-19, y el repliegue nacional se puede acentuar ahora. Algo parecido puede ocurrir en política. Las democracias liberales llevaban ya un tiempo sufriendo un desgaste. ¿Se agudizará la crisis de las democracias representativas con economías de mercado? ¿Cómo serán los gobiernos del mundo post-covid?

Desde la crisis financiera, los índices de confianza en las instituciones públicas han caído en la mayoría de países occidentales. Y, en el resto del mundo, es el autoritarismo, y no la democracia, lo que está avanzando. Mientras en 2009 sólo el 6% de la población mundial residía en países que estaban perdiendo libertades políticas y civiles, hoy es el 34%. Una de cada tres personas del planeta vive en naciones donde sus dirigentes están aferrándose al poder, evitando la celebración de elecciones competitivas, además de desarrollando sistemas represivos. Lo vemos lejos, en India, Tailandia, Brasil o Zambia; pero también cerca, en Polonia, Hungría o Turquía. Hace diez años podíamos viajar a 45 países del mundo con plena confianza de que eran democracias libres. Hoy sólo nos quedan 37 naciones. Y, poco a poco, ese número parece estar descendiendo.

¿Tenía pues razón Vladimir Putin cuando, hace un año, declaró que las democracias liberales se habían quedado “obsoletas”? ¿Es la crisis del coronavirus la puntilla para los regímenes democráticos? Dentro de la UE vemos signos preocupantes. Hungría ya no es, de acuerdo con indicadores internacionales de prestigio, como el V-DEM Institute, una democracia liberal. Es decir, un régimen constitucional que garantiza derechos y libertades y donde se celebran elecciones libres y competitivas de forma regular. Viktor Orban aprovechó la pandemia para auto-conferirse poderes para gobernar por decreto sin límite temporal. En Eslovaquia el gobierno se ha arrogado la capacidad para acceder a información personal sin límite. Y en Polonia, el partido gobernante se resiste a cancelar las elecciones presidenciales para maximizar las oportunidades de mantenerse en el poder.

Fuera de Europa, el paisaje es aún más desolador. Tras la caída del muro de Berlín las dictaduras llegaron a representar un mero 12% del PIB mundial. Parecía el fin de la historia para los autoritarismos. Pero a lo largo de estos años, los autoritarismos han vuelto a ganar peso y ahora controlan el 33% del PIB mundial, una proporción similar a la que tenían en los años 30 del siglo XX, durante el apogeo de los totalitarismos.  

El gráfico 1 muestra los cambios en el nivel de democracia de todos los países del mundo entre 2009 y 2019 (que se acaba de publicar por parte del V-DEM Institute). Podemos ver el deterioro en muchos países, y avances en otro grupo no despreciable de naciones. Es necesario puntualizar aquí que los movimientos pro-democratización también se han incrementado en las sociedades civiles de muchas dictaduras, con lo que tampoco podemos afirmar que las autocracias tengan asegurado un futuro más halagüeño.

Gráfico 1. Democracias liberales en 2009 y 2019

Fuente: V-DEM Institute, Democracy Report 2020

España, como la mayoría de países de nuestro entorno, ha sufrido, como vemos en el gráfico, una ligera caída en la calidad de la democracia. Obedece a la sensación de que el debate político se ha polarizado, agriado, y mucha gente cree que no puede expresar sus opiniones políticas con la misma libertad que hace apenas unos años.

Sobre este terreno aterriza ahora la Covid-19. Y los estudios en diversos países, de momento muy preliminares, indican tres tendencias. Primero, una inclinación a sacrificar libertades personales y a aceptar que un líder fuerte tome las riendas. Como indica el gráfico 2, de un trabajo de Francesc Amat, Andreu Arenas, Albert Falcó-Gimeno y Jordi Muñoz, los españoles estamos más dispuestos a sacrificar nuestras libertades, y a unirnos bajo un liderazgo fuerte, en la crisis del Covid-19 que frente a la amenaza terrorista o del cambio climático.

Gráfico 2. Voluntad de sacrificar las libertades individuales y unirse alrededor de un líder fuerte.

Fuente: Francesc Amat, Andreu Arenas, Albert Falcó-Gimeno y Jordi Muñoz (2020).

En segundo lugar, la crisis del coronavirus está cambiando las preferencias sobre niveles de gobierno: menos Europa y menos descentralización; y más Estado central. Más Estado-nación. En tercer lugar, la crisis está impulsando otra corriente de fondo en nuestras democracias: mayor confianza en los técnicos y menos en los políticos. Más tecnocracia.

En definitiva, la Covid-19 está despertando al viejo Leviatán: firme, centralista y tecnocrático. De momento, sigue siendo plenamente democrático. Pero debemos estar atentos, porque, si algo nos enseña la historia es que, una vez desatado, es difícil volver a atar al Leviatán.

Democracias infectadas

Víctor Lapuente

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