En este sentido, queremos manifestar nuestro apoyo a las medidas económicas adoptadas por el Estado en su conjunto, toda vez que han establecido como prioridad evitar que la severa parálisis en la que nos encontramos inmersos se transforme en una dramática crisis social y empresarial
3. Hacemos una llamada a la confianza. España, Cataluña y Barcelona llevan demasiados años de crisis, desencuentros y episodios traumáticos. Entretanto, los empresarios y trabajadores han mostrado una gran resiliencia. Este país sigue disponiendo de muchos activos para salir de esta situación, pero hay que hacerlo unidos, desde la discrepancia democrática, pero unidos en lo esencial y apoyando decididamente a nuestro tejido productivo, a nuestros empresarios y trabajadores.
4. Necesitamos una Europa más fuerte y unida. Para Europa, es ahora o nunca. Necesitamos más Europa a todos los niveles. Desde el establecimiento de los mecanismos de gobernanza política a nivel europeo que faciliten la gestión de los asuntos comunes, hasta la cesión de parte de la soberanía fiscal de los Estados hacia la Unión a fin de que esta pueda aportar soluciones globales a crisis globales. No podemos pensar en el repliegue nacional. De hecho, necesitamos exactamente lo contrario. Durante la década que empezamos necesitaremos más apertura y coordinación, más Europa, más solidaridad y más democracia.
5. Precisamente, la salida de esta crisis no puede ser a costa de la democracia liberal. La globalización está trasladándonos riesgos que deben ser gestionados eficientemente desde una estructura de libertad y derechos que no puede verse cuestionada ni disminuida. La complejidad de la globalización no se resuelve mediante la simplificación autoritaria ni el centralismo dirigista. La libertad importa y exige unas instituciones que la respeten y protejan. Una institucionalidad que sea capaz de prever y decidir más eficazmente, de garantizar la debida seguridad, pero sin perder por el camino los cauces deliberativos que exige el pluralismo sobre el que se asienta nuestra libertad. Y es que solo desde ella podremos abordar un futuro mejor y más justo. Un futuro que se piense desde el ser humano y desde una dignidad que solo puede fundarse en el respeto de su libertad.
Precisamente, la salida de esta crisis no puede ser a costa de la democracia liberal. La globalización está trasladándonos riesgos que deben ser gestionados eficientemente desde una estructura de libertad y derechos que no puede verse cuestionada ni disminuida.
Empezamos una nueva década y, superada la emergencia sanitaria y económica, habrá que hacer nuevas propuestas de políticas públicas para afrontar el futuro a medio y largo plazo. Consideramos que serán más necesarias que antes de esta crisis, si cabe. Y el Cercle d’Economia ofrecerá a los poderes públicos y a la sociedad sus propuestas, como lo ha hecho a lo largo de sus 60 años de historia, fiel a sus principios fundacionales: el afianzamiento de la democracia liberal, la defensa del tejido productivo y la apuesta por la institucionalización de la Europa comunitaria.